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El Papa Francisco estuvo tan cerca de la muerte que su equipo médico consideró suspender el tratamiento

El Papa Francisco, de 88 años, superó una grave neumonía que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días en el Hospital Gemelli de Roma. Aunque su estado de salud ha mejorado, sigue bajo observación médica y se le ha aconsejado un reposo prolongado.

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El Papa Francisco estuvo tan cerca de la muerte que su equipo médico consideró suspender el tratamiento

El Papa Francisco, de 88 años, superó una grave neumonía que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días en el Hospital Gemelli de Roma. Aunque su estado de salud ha mejorado, sigue bajo observación médica y se le ha aconsejado un reposo prolongado.

“Intentemos todo, no nos rindamos”

– Dijo Massimiliano Strappetti, el enfermero personal del Papa, durante los momentos más críticos de su hospitalización.

25/3/2025

El Papa Francisco, de 88 años, vivió el episodio de salud más delicado de su papado tras ser ingresado al Hospital Gemelli en Roma debido a una neumonía grave que afectó a ambos pulmones. Durante los 38 días de hospitalización, enfrentó cuatro crisis respiratorias; la más crítica ocurrió el 28 de febrero, cuando aspiró su propio vómito, lo que puso su vida en serio riesgo. El equipo médico a cargo, liderado por el cirujano jefe Sergio Alfieri, tuvo que tomar decisiones extremadamente difíciles, ya que el tratamiento intensivo implicaba un alto riesgo de dañar otros órganos.

El enfermero personal del pontífice, Massimiliano Strappetti, desempeñó un papel fundamental al insistir en que se agotaran todas las opciones médicas disponibles. A pesar de que el Papa era plenamente consciente de los riesgos y la gravedad de su situación, se autorizó continuar con el tratamiento, mostrando una notable fortaleza y determinación para enfrentar la crisis.

El 10 de marzo marcó un punto de inflexión, cuando los médicos declararon que el Papa ya no estaba en peligro inminente. Su recuperación gradual permitió que volviera a usar su silla de ruedas y, en un gesto de gratitud hacia el equipo médico que lo atendió, les ofreció una comida en la que compartieron pizza. Finalmente, el 23 de marzo, Francisco fue dado de alta del Hospital Gemelli, marcando el período de hospitalización más prolongado desde que asumió el papado en 2013.

Tras su alta, se le prescribió un período de convalecencia de al menos dos meses en su residencia, Casa Santa Marta. Allí continúa recibiendo tratamiento especializado que incluye fisioterapia respiratoria y terapia de movilidad. Además, se recomendó que el Papa tenga atención médica las 24 horas, incluyendo acceso inmediato a oxígeno, para prevenir complicaciones futuras.

Dado este escenario, el viaje de Estado planificado del Rey Carlos III y la Reina Camila al Vaticano, programado para el 7 de abril, fue pospuesto por acuerdo mutuo. Se priorizó la recuperación del Papa, considerando las recomendaciones médicas de que necesita más tiempo para su completa rehabilitación.

La situación pone en evidencia la fragilidad de la salud del líder de la Iglesia Católica, quien permanece firme en su papel, pero bajo vigilancia estricta mientras avanza en su recuperación. Este acontecimiento no solo remarcó la importancia de su equipo médico, sino también su compromiso inquebrantable frente a las adversidades.

Desde su elección en 2013, el Papa Francisco nunca había enfrentado un período de hospitalización tan prolongado como los recientes 38 días en el Hospital Gemelli. Su fortaleza para superarlo es un testimonio de su carácter resiliente.

Algo Curioso

“Intentemos todo, no nos rindamos”

– Dijo Massimiliano Strappetti, el enfermero personal del Papa, durante los momentos más críticos de su hospitalización.

Mar 25, 2025
Colglobal News

El Papa Francisco, de 88 años, vivió el episodio de salud más delicado de su papado tras ser ingresado al Hospital Gemelli en Roma debido a una neumonía grave que afectó a ambos pulmones. Durante los 38 días de hospitalización, enfrentó cuatro crisis respiratorias; la más crítica ocurrió el 28 de febrero, cuando aspiró su propio vómito, lo que puso su vida en serio riesgo. El equipo médico a cargo, liderado por el cirujano jefe Sergio Alfieri, tuvo que tomar decisiones extremadamente difíciles, ya que el tratamiento intensivo implicaba un alto riesgo de dañar otros órganos.

El enfermero personal del pontífice, Massimiliano Strappetti, desempeñó un papel fundamental al insistir en que se agotaran todas las opciones médicas disponibles. A pesar de que el Papa era plenamente consciente de los riesgos y la gravedad de su situación, se autorizó continuar con el tratamiento, mostrando una notable fortaleza y determinación para enfrentar la crisis.

El 10 de marzo marcó un punto de inflexión, cuando los médicos declararon que el Papa ya no estaba en peligro inminente. Su recuperación gradual permitió que volviera a usar su silla de ruedas y, en un gesto de gratitud hacia el equipo médico que lo atendió, les ofreció una comida en la que compartieron pizza. Finalmente, el 23 de marzo, Francisco fue dado de alta del Hospital Gemelli, marcando el período de hospitalización más prolongado desde que asumió el papado en 2013.

Tras su alta, se le prescribió un período de convalecencia de al menos dos meses en su residencia, Casa Santa Marta. Allí continúa recibiendo tratamiento especializado que incluye fisioterapia respiratoria y terapia de movilidad. Además, se recomendó que el Papa tenga atención médica las 24 horas, incluyendo acceso inmediato a oxígeno, para prevenir complicaciones futuras.

Dado este escenario, el viaje de Estado planificado del Rey Carlos III y la Reina Camila al Vaticano, programado para el 7 de abril, fue pospuesto por acuerdo mutuo. Se priorizó la recuperación del Papa, considerando las recomendaciones médicas de que necesita más tiempo para su completa rehabilitación.

La situación pone en evidencia la fragilidad de la salud del líder de la Iglesia Católica, quien permanece firme en su papel, pero bajo vigilancia estricta mientras avanza en su recuperación. Este acontecimiento no solo remarcó la importancia de su equipo médico, sino también su compromiso inquebrantable frente a las adversidades.

Desde su elección en 2013, el Papa Francisco nunca había enfrentado un período de hospitalización tan prolongado como los recientes 38 días en el Hospital Gemelli. Su fortaleza para superarlo es un testimonio de su carácter resiliente.

El Papa Francisco, de 88 años, vivió el episodio de salud más delicado de su papado tras ser ingresado al Hospital Gemelli en Roma debido a una neumonía grave que afectó a ambos pulmones. Durante los 38 días de hospitalización, enfrentó cuatro crisis respiratorias; la más crítica ocurrió el 28 de febrero, cuando aspiró su propio vómito, lo que puso su vida en serio riesgo. El equipo médico a cargo, liderado por el cirujano jefe Sergio Alfieri, tuvo que tomar decisiones extremadamente difíciles, ya que el tratamiento intensivo implicaba un alto riesgo de dañar otros órganos.

El enfermero personal del pontífice, Massimiliano Strappetti, desempeñó un papel fundamental al insistir en que se agotaran todas las opciones médicas disponibles. A pesar de que el Papa era plenamente consciente de los riesgos y la gravedad de su situación, se autorizó continuar con el tratamiento, mostrando una notable fortaleza y determinación para enfrentar la crisis.

El 10 de marzo marcó un punto de inflexión, cuando los médicos declararon que el Papa ya no estaba en peligro inminente. Su recuperación gradual permitió que volviera a usar su silla de ruedas y, en un gesto de gratitud hacia el equipo médico que lo atendió, les ofreció una comida en la que compartieron pizza. Finalmente, el 23 de marzo, Francisco fue dado de alta del Hospital Gemelli, marcando el período de hospitalización más prolongado desde que asumió el papado en 2013.

Tras su alta, se le prescribió un período de convalecencia de al menos dos meses en su residencia, Casa Santa Marta. Allí continúa recibiendo tratamiento especializado que incluye fisioterapia respiratoria y terapia de movilidad. Además, se recomendó que el Papa tenga atención médica las 24 horas, incluyendo acceso inmediato a oxígeno, para prevenir complicaciones futuras.

Dado este escenario, el viaje de Estado planificado del Rey Carlos III y la Reina Camila al Vaticano, programado para el 7 de abril, fue pospuesto por acuerdo mutuo. Se priorizó la recuperación del Papa, considerando las recomendaciones médicas de que necesita más tiempo para su completa rehabilitación.

La situación pone en evidencia la fragilidad de la salud del líder de la Iglesia Católica, quien permanece firme en su papel, pero bajo vigilancia estricta mientras avanza en su recuperación. Este acontecimiento no solo remarcó la importancia de su equipo médico, sino también su compromiso inquebrantable frente a las adversidades.

Desde su elección en 2013, el Papa Francisco nunca había enfrentado un período de hospitalización tan prolongado como los recientes 38 días en el Hospital Gemelli. Su fortaleza para superarlo es un testimonio de su carácter resiliente.

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