El Tribunal del Distrito de Shizuoka en Japón ha exonerado a Iwao Hakamada, de 88 años, el 26 de septiembre de 2024, tras haberse confirmado su condena a muerte en 1980. Hakamada, quien había sido sentenciado en 1968 por el asesinato de su jefe, la esposa de este y sus dos hijos adolescentes, así como por incendio premeditado y el robo de 200,000 yenes japoneses (aproximadamente 1,400 dólares estadounidenses), había pasado 46 años en el corredor de la muerte, siendo el recluso más veterano del mundo en esta situación.
El hecho surgió luego de un nuevo juicio iniciado en octubre de 2023, instigado por un fallo en 2014 que sugería la posible inocencia de Hakamada. La decisión reciente se motivó por las alegaciones de que la evidencia vital en contra de Hakamada había sido fabricada. Según el juez Koshi Kunii, se alteraron tres piezas de evidencia, incluyendo la confesión de Hakamada, la cual posteriormente retractó, y la ropa que se afirmó estaba manchada de sangre.

El proceso judicial dependía en gran medida de la ropa encontrada en un tanque de miso, presuntamente vestida por Hakamada durante los homicidios. No obstante, pruebas de ADN determinaron que la sangre en la ropa no correspondía a Hakamada. Además, el juez puntualizó que las manchas rojas en la ropa no habrían mantenido su color tras haber estado cubiertas por pasta de miso por más de un año, insinuando que la evidencia fue manipulada.

Durante su encarcelamiento, la salud mental de Hakamada se deterioró considerablemente, lo que le impidió asistir a la audiencia. En la actualidad, Hakamada reside con su hermana de 91 años, Hideko Hakamada, quien ha sido una ferviente defensora de su libertad durante todo el proceso.
Esta exoneración es la quinta de un reo condenado a muerte en Japón desde la posguerra y la primera en 35 años. La absolución de Hakamada ha desencadenado debates sobre el sistema judicial penal japonés y el uso de la pena de muerte, tema que sigue siendo controvertido en el país asiático. Según una encuesta realizada en 2019, el 80% de los encuestados consideró la pena capital como una medida inevitable.