La última erupción en Islandia, ocurrida en la península de Reykjanes, ha marcado la cuarta vez en tres meses que la región ha sido testigo de un evento volcánico. La Oficina Meteorológica Islandesa (IMO) reportó que la erupción, que comenzó el sábado a las 8:23 p.m. hora local, generó una fisura de casi 3 km de largo entre dos montañas. El flujo de lava, dirigido principalmente hacia el sur y sureste, avanzó a una velocidad de aproximadamente 1 km por hora, amenazando con alcanzar el océano y afectar la carretera costera principal.

Las defensas establecidas alrededor del pueblo de Grindavik se reforzaron durante la noche para contener la expansión de la lava. A pesar de que la lava fluyó principalmente al este de la ciudad hacia el mar, las barreras cumplen su función de protección. Sin embargo, persiste el temor de que la entrada de la lava al mar pueda liberar gases peligrosos y provocar explosiones menores.
Grindavik, una comunidad de 3,800 personas, ha sido evacuada en varias ocasiones desde diciembre, y la reciente actividad volcánica ha obligado nuevamente a su población a abandonar sus hogares. La planta de energía geotérmica de Svartsengi, vital para el suministro de electricidad y agua de la región, también ha sido evacuada y se encuentra operando de manera remota para protegerse de la amenaza volcánica.