La situación en la Franja de Gaza ha alcanzado niveles de crisis humanitaria sin precedentes. Según el Ministerio de Salud controlado por Hamas en Gaza, más de 25,000 personas han muerto como resultado de la ofensiva israelí. Estas cifras, aunque alarmantes, podrían ser incluso mayores, ya que se cree que hay más cuerpos bajo los escombros y en áreas inaccesibles para los equipos de rescate. La mayoría de las víctimas son mujeres y niños, lo que ha generado una condena internacional generalizada.
El conflicto, que comenzó con un ataque sorpresa de Hamas en Israel el 7 de octubre, ha llevado a una respuesta militar intensa por parte de Israel. Las operaciones terrestres y aéreas israelíes se han centrado en el sur de Gaza, especialmente en la ciudad de Khan Younis, donde se cree que están atrincherados los comandantes de Hamas. Esta ofensiva ha resultado en la destrucción de barrios enteros y un desplazamiento masivo de la población civil.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha rechazado los llamados internacionales para un estado palestino post-guerra, insistiendo en que Israel debe mantener el control de seguridad sobre toda la zona. Esta postura ha generado tensiones con aliados occidentales y ha sido calificada de “totalmente inaceptable” por António Guterres, quien ha pedido un alto al fuego humanitario inmediato para aliviar el sufrimiento en Gaza.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada del conflicto y sus implicaciones regionales. Los enfrentamientos en la frontera norte de Israel con Líbano y los ataques en Siria e Irak indican un posible ensanchamiento del conflicto, involucrando a grupos respaldados por Irán en la región. La situación en Gaza y sus repercusiones globales continúan siendo un punto crítico en la política internacional.