Investigadores de la Universidad de Edimburgo y la Escuela de Medicina de la Universidad de Zhejiang han realizado un estudio innovador con más de 350,000 participantes del UK Biobank. Este estudio es uno de los primeros en investigar conjuntamente la influencia de los factores genéticos y los estilos de vida en la longevidad humana. Según los resultados, un estilo de vida saludable podría reducir significativamente el impacto negativo de los genes asociados con una menor esperanza de vida.
Los datos revelaron que, independientemente del estilo de vida, las personas con un alto riesgo genético de una vida más corta tenían un 21% más de probabilidades de morir jóvenes en comparación con aquellos con un bajo riesgo genético. Sin embargo, un estilo de vida saludable, que incluye no fumar, realizar actividad física regular, dormir bien y mantener una dieta saludable, puede mitigar hasta un 62% este riesgo.
El estudio categorizó a los participantes en tres grupos basados en sus riesgos genéticos de vida larga, intermedia y corta, así como en sus estilos de vida, calificándolos como favorables, intermedios y desfavorables. Los hallazgos sugieren que las intervenciones de salud pública que promueven estilos de vida saludables podrían ser especialmente beneficiosas para aquellos con alto riesgo genético de muerte prematura.
A lo largo de un seguimiento promedio de 13 años, los investigadores observaron 24,239 muertes entre los participantes. El estudio utilizó puntajes de riesgo poligénico para evaluar múltiples variantes genéticas y determinar la predisposición general de una persona a una vida más larga o más corta.