Un estudio reciente publicado en The Guardian ha expuesto los beneficios de la estimulación eléctrica cerebral en la reducción de los síntomas del síndrome de trauma amoroso (LTS). La investigación contó con la participación de 36 voluntarios, quienes usaron un dispositivo de estimulación cerebral durante 20 minutos, dos veces al día por cinco días. Este estudio se estructuró en tres grupos: uno recibió estimulación en la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC), otro en la corteza prefrontal ventrolateral (VLPFC) y un grupo de control. Los resultados indicaron que la estimulación en la DLPFC fue más efectiva para aliviar los síntomas de LTS en comparación con la VLPFC.
Los investigadores observaron una notable mejora en el estado depresivo y la ansiedad en los participantes, tanto en aquellos tratados en la DLPFC como en la VLPFC. Un mes después del tratamiento, los voluntarios continuaron reportando una mejoría en sus síntomas. Sin embargo, los expertos enfatizan la necesidad de replicar estos experimentos en ensayos más amplios para validar la efectividad de este tratamiento a largo plazo.
Paralelamente, un estudio publicado en ScienceDirect examinó los efectos de la estimulación eléctrica intensificada en las regiones del DLPFC izquierdo y VLPFC derecho en personas con LTS. El estudio incluyó a 864 personas que habían vivido una ruptura emocional, de las cuales se seleccionaron 45 participantes. Los resultados mostraron una reducción significativa en los síntomas de LTS inmediatamente después del tratamiento y un mes después.
Ambas investigaciones ponen en evidencia el potencial de la estimulación cerebral como un enfoque terapéutico innovador para manejar el dolor emocional asociado con el trauma amoroso. Los científicos sugieren que estas técnicas pueden complementar los métodos terapéuticos tradicionales, proporcionando nuevas herramientas para mejorar la regulación emocional en personas afectadas por el LTS.
Según los estudios, tanto el DLPFC como el VLPFC desempeñan un papel crucial en la modulación de las emociones, lo que podría explicar la eficacia de las estimulaciones en estas áreas del cerebro. Esta práctica podría abrir nuevas perspectivas para intervenir en trastornos emocionales más amplios y profundizar en la comprensión del funcionamiento cerebral relacionado con las emociones.
La potencial aplicación de estos hallazgos podría extenderse a otros campos de la salud mental, revolucionando las técnicas de tratamiento y marcando el comienzo de una nueva era en la terapia emocional. El uso de la estimulación eléctrica cerebral no es nuevo; ha sido explorado anteriormente para tratar diversas condiciones neurológicas, incluyendo la depresión resistente a los tratamientos convencionales.