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Gambia Podría Ser el Primer País en Revertir la Prohibición de la Mutilación Genital Femenina

En Gambia, un proyecto de ley que busca revertir la prohibición de la mutilación genital femenina (MGF), impuesta en 2015, ha provocado un intenso debate. Activistas temen que este paso anule décadas de progreso en la lucha contra una práctica que afecta gravemente la salud y los derechos de las mujeres y niñas.

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Gambia Podría Ser el Primer País en Revertir la Prohibición de la Mutilación Genital Femenina

En Gambia, un proyecto de ley que busca revertir la prohibición de la mutilación genital femenina (MGF), impuesta en 2015, ha provocado un intenso debate. Activistas temen que este paso anule décadas de progreso en la lucha contra una práctica que afecta gravemente la salud y los derechos de las mujeres y niñas.

“Es un retroceso de décadas del mucho y buen trabajo que se ha hecho hasta ahora. La gente está descorazonada, siente una enorme impotencia”

- Adriana Kaplan, responsable de la ONG Wassu Gambia Kafo.

18/3/2024

En Gambia, se ha planteado un proyecto de ley para derogar la prohibición de la mutilación genital femenina (MGF), una práctica condenada internacionalmente que se lleva a cabo, especialmente, en ciertas regiones de África. Esta medida ha suscitado un profundo temor entre activistas y organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, quienes ven en esta acción un posible retroceso en los esfuerzos realizados para erradicar la MGF. La legislación actual, que prohíbe la MGF en Gambia, se estableció en 2015, y su posible revocación ha generado preocupación no solo localmente sino también en la comunidad internacional.

La discusión sobre la derogación de la ley ha reavivado debates sobre los derechos de las mujeres, la autonomía corporal y la influencia de las tradiciones y creencias religiosas en las políticas de salud y derechos humanos. Activistas como Jaha Dukureh, fundadora de Safe Hands for Girls, han denunciado la presión ejercida por grupos conservadores que ven en la MGF una práctica cultural o religiosa legítima. Dukureh, quien personalmente ha experimentado las consecuencias de la MGF, ha sido una voz destacada en la lucha contra esta práctica, argumentando que su derogación podría abrir la puerta a futuros retrocesos en otros derechos de las mujeres en Gambia.

El Parlamento de Gambia ha enviado el proyecto de ley a un comité para su revisión y debate, prolongando la incertidumbre sobre el futuro de la prohibición. Este período de deliberación es crítico, ya que ofrece tanto a los defensores como a los opositores de la MGF la oportunidad de influir en la opinión pública y en las decisiones legislativas. El debate ha trascendido las fronteras de Gambia, captando la atención internacional y poniendo de manifiesto las tensiones entre los avances en derechos humanos y las tradiciones culturales arraigadas.

Mientras tanto, la sociedad gambiana permanece dividida. Por un lado, algunos argumentan que la prohibición de la MGF es un atentado contra las tradiciones y la libertad religiosa; por otro, los defensores de los derechos de las mujeres sostienen que la MGF constituye una violación grave de los derechos humanos y tiene consecuencias devastadoras para la salud de las mujeres y niñas. Este dilema refleja la compleja interacción entre el cambio social, los derechos humanos y las tradiciones culturales en Gambia y otras regiones donde la MGF sigue siendo una práctica prevalente.

Algo Curioso
A pesar de la prevalencia de la MGF en Gambia, donde el 76% de las mujeres han sido sometidas a esta práctica, ha habido un marcado descenso desde la implementación de la ley de 2015, lo que demuestra el impacto positivo que pueden tener las legislaciones efectivas en la lucha contra la MGF.

Debate y Presión: El Contexto Político y Social

El proyecto de ley para derogar la prohibición de la MGF en Gambia ha desencadenado un intenso debate político y social, reflejando las divisiones profundas dentro del país. Con una mayoría de 42 votos a favor de los 47 diputados presentes, la Asamblea Nacional de Gambia muestra una inclinación hacia la derogación, mientras que solo cuatro diputados votaron en contra, y uno se abstuvo. Este margen de votos destaca el fuerte apoyo parlamentario a la derogación, sugiriendo una probable aprobación en futuras votaciones.

Los defensores de la derogación argumentan que la ley de 2015 infringe las tradiciones culturales y religiosas de Gambia, donde el islam desempeña un papel significativo en la vida cotidiana. Líderes religiosos, como el imam Abdoulie Fatty, han sido vocales en su crítica a la prohibición, alegando que la práctica de la MGF es parte de la identidad islámica y cultural del país. Este argumento ha encontrado eco en gran parte de la población y el poder legislativo, lo que indica una fuerte correlación entre las creencias religiosas y las políticas de género en Gambia.

Por otro lado, las organizaciones de derechos humanos y grupos feministas han condenado estos movimientos legislativos, destacando el daño físico y psicológico que la MGF inflige a las mujeres y niñas. Citan estudios y datos médicos que evidencian los efectos negativos de la práctica, incluyendo complicaciones en el parto, infecciones, dolor crónico y trastornos psicológicos. Esta oposición no solo se centra en Gambia sino que también ha generado una atención internacional, con organismos como la ONU y UNICEF involucrados en la campaña contra la MGF.

La tensión entre los valores tradicionales y los derechos humanos ha sido palpable en las manifestaciones públicas, tanto a favor como en contra de la derogación. Las protestas han reunido a cientos de ciudadanos, y la respuesta de las fuerzas de seguridad, que han tenido que intervenir en varias ocasiones, refleja la alta emotividad y polarización del tema en la sociedad gambiana.

Implicaciones Legales y Repercusiones Internacionales

En este contexto, el proceso legislativo ha sido más que una mera formalidad; ha servido como un foro para el debate nacional sobre la identidad, la religión y los derechos de las mujeres. La decisión de remitir el proyecto de ley a un comité para su examen detallado demuestra la complejidad del asunto y la necesidad de un análisis más profundo antes de tomar una decisión final sobre la legalidad de la MGF en Gambia.

a ley original de 2015 establecía penas de hasta tres años de prisión y multas significativas para quienes practicaran la MGF, una legislación que marcó un avance significativo en la protección de los derechos de las mujeres y niñas. La revisión actual de la ley podría desmantelar estos avances, enviando un mensaje preocupante sobre el compromiso de Gambia con los estándares internacionales de derechos humanos.

El proceso legislativo ha sido observado de cerca por la comunidad internacional, incluyendo organismos de derechos humanos y países donantes, que han vinculado su apoyo financiero y diplomático a Gambia con el progreso en la protección de los derechos de las mujeres. La decisión de Gambia podría, por tanto, tener consecuencias económicas, afectando la ayuda y las inversiones extranjeras en el país.

La activista Fatou Baldeh, reconocida por su trabajo contra la MGF, ha señalado la dolorosa ironía de ver a hombres debatir sobre el control del cuerpo de las mujeres, subrayando la necesidad de una representación femenina más fuerte en el parlamento. Su testimonio refleja la frustración y la desilusión de muchos defensores de los derechos de las mujeres ante la posibilidad de un retroceso legislativo.

“Es un retroceso de décadas del mucho y buen trabajo que se ha hecho hasta ahora. La gente está descorazonada, siente una enorme impotencia”

- Adriana Kaplan, responsable de la ONG Wassu Gambia Kafo.

Mar 18, 2024
Colglobal News

En Gambia, se ha planteado un proyecto de ley para derogar la prohibición de la mutilación genital femenina (MGF), una práctica condenada internacionalmente que se lleva a cabo, especialmente, en ciertas regiones de África. Esta medida ha suscitado un profundo temor entre activistas y organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, quienes ven en esta acción un posible retroceso en los esfuerzos realizados para erradicar la MGF. La legislación actual, que prohíbe la MGF en Gambia, se estableció en 2015, y su posible revocación ha generado preocupación no solo localmente sino también en la comunidad internacional.

La discusión sobre la derogación de la ley ha reavivado debates sobre los derechos de las mujeres, la autonomía corporal y la influencia de las tradiciones y creencias religiosas en las políticas de salud y derechos humanos. Activistas como Jaha Dukureh, fundadora de Safe Hands for Girls, han denunciado la presión ejercida por grupos conservadores que ven en la MGF una práctica cultural o religiosa legítima. Dukureh, quien personalmente ha experimentado las consecuencias de la MGF, ha sido una voz destacada en la lucha contra esta práctica, argumentando que su derogación podría abrir la puerta a futuros retrocesos en otros derechos de las mujeres en Gambia.

El Parlamento de Gambia ha enviado el proyecto de ley a un comité para su revisión y debate, prolongando la incertidumbre sobre el futuro de la prohibición. Este período de deliberación es crítico, ya que ofrece tanto a los defensores como a los opositores de la MGF la oportunidad de influir en la opinión pública y en las decisiones legislativas. El debate ha trascendido las fronteras de Gambia, captando la atención internacional y poniendo de manifiesto las tensiones entre los avances en derechos humanos y las tradiciones culturales arraigadas.

Mientras tanto, la sociedad gambiana permanece dividida. Por un lado, algunos argumentan que la prohibición de la MGF es un atentado contra las tradiciones y la libertad religiosa; por otro, los defensores de los derechos de las mujeres sostienen que la MGF constituye una violación grave de los derechos humanos y tiene consecuencias devastadoras para la salud de las mujeres y niñas. Este dilema refleja la compleja interacción entre el cambio social, los derechos humanos y las tradiciones culturales en Gambia y otras regiones donde la MGF sigue siendo una práctica prevalente.

En Gambia, se ha planteado un proyecto de ley para derogar la prohibición de la mutilación genital femenina (MGF), una práctica condenada internacionalmente que se lleva a cabo, especialmente, en ciertas regiones de África. Esta medida ha suscitado un profundo temor entre activistas y organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, quienes ven en esta acción un posible retroceso en los esfuerzos realizados para erradicar la MGF. La legislación actual, que prohíbe la MGF en Gambia, se estableció en 2015, y su posible revocación ha generado preocupación no solo localmente sino también en la comunidad internacional.

La discusión sobre la derogación de la ley ha reavivado debates sobre los derechos de las mujeres, la autonomía corporal y la influencia de las tradiciones y creencias religiosas en las políticas de salud y derechos humanos. Activistas como Jaha Dukureh, fundadora de Safe Hands for Girls, han denunciado la presión ejercida por grupos conservadores que ven en la MGF una práctica cultural o religiosa legítima. Dukureh, quien personalmente ha experimentado las consecuencias de la MGF, ha sido una voz destacada en la lucha contra esta práctica, argumentando que su derogación podría abrir la puerta a futuros retrocesos en otros derechos de las mujeres en Gambia.

El Parlamento de Gambia ha enviado el proyecto de ley a un comité para su revisión y debate, prolongando la incertidumbre sobre el futuro de la prohibición. Este período de deliberación es crítico, ya que ofrece tanto a los defensores como a los opositores de la MGF la oportunidad de influir en la opinión pública y en las decisiones legislativas. El debate ha trascendido las fronteras de Gambia, captando la atención internacional y poniendo de manifiesto las tensiones entre los avances en derechos humanos y las tradiciones culturales arraigadas.

Mientras tanto, la sociedad gambiana permanece dividida. Por un lado, algunos argumentan que la prohibición de la MGF es un atentado contra las tradiciones y la libertad religiosa; por otro, los defensores de los derechos de las mujeres sostienen que la MGF constituye una violación grave de los derechos humanos y tiene consecuencias devastadoras para la salud de las mujeres y niñas. Este dilema refleja la compleja interacción entre el cambio social, los derechos humanos y las tradiciones culturales en Gambia y otras regiones donde la MGF sigue siendo una práctica prevalente.

Algo Curioso
A pesar de la prevalencia de la MGF en Gambia, donde el 76% de las mujeres han sido sometidas a esta práctica, ha habido un marcado descenso desde la implementación de la ley de 2015, lo que demuestra el impacto positivo que pueden tener las legislaciones efectivas en la lucha contra la MGF.

Debate y Presión: El Contexto Político y Social

El proyecto de ley para derogar la prohibición de la MGF en Gambia ha desencadenado un intenso debate político y social, reflejando las divisiones profundas dentro del país. Con una mayoría de 42 votos a favor de los 47 diputados presentes, la Asamblea Nacional de Gambia muestra una inclinación hacia la derogación, mientras que solo cuatro diputados votaron en contra, y uno se abstuvo. Este margen de votos destaca el fuerte apoyo parlamentario a la derogación, sugiriendo una probable aprobación en futuras votaciones.

Los defensores de la derogación argumentan que la ley de 2015 infringe las tradiciones culturales y religiosas de Gambia, donde el islam desempeña un papel significativo en la vida cotidiana. Líderes religiosos, como el imam Abdoulie Fatty, han sido vocales en su crítica a la prohibición, alegando que la práctica de la MGF es parte de la identidad islámica y cultural del país. Este argumento ha encontrado eco en gran parte de la población y el poder legislativo, lo que indica una fuerte correlación entre las creencias religiosas y las políticas de género en Gambia.

Por otro lado, las organizaciones de derechos humanos y grupos feministas han condenado estos movimientos legislativos, destacando el daño físico y psicológico que la MGF inflige a las mujeres y niñas. Citan estudios y datos médicos que evidencian los efectos negativos de la práctica, incluyendo complicaciones en el parto, infecciones, dolor crónico y trastornos psicológicos. Esta oposición no solo se centra en Gambia sino que también ha generado una atención internacional, con organismos como la ONU y UNICEF involucrados en la campaña contra la MGF.

La tensión entre los valores tradicionales y los derechos humanos ha sido palpable en las manifestaciones públicas, tanto a favor como en contra de la derogación. Las protestas han reunido a cientos de ciudadanos, y la respuesta de las fuerzas de seguridad, que han tenido que intervenir en varias ocasiones, refleja la alta emotividad y polarización del tema en la sociedad gambiana.

Implicaciones Legales y Repercusiones Internacionales

En este contexto, el proceso legislativo ha sido más que una mera formalidad; ha servido como un foro para el debate nacional sobre la identidad, la religión y los derechos de las mujeres. La decisión de remitir el proyecto de ley a un comité para su examen detallado demuestra la complejidad del asunto y la necesidad de un análisis más profundo antes de tomar una decisión final sobre la legalidad de la MGF en Gambia.

a ley original de 2015 establecía penas de hasta tres años de prisión y multas significativas para quienes practicaran la MGF, una legislación que marcó un avance significativo en la protección de los derechos de las mujeres y niñas. La revisión actual de la ley podría desmantelar estos avances, enviando un mensaje preocupante sobre el compromiso de Gambia con los estándares internacionales de derechos humanos.

El proceso legislativo ha sido observado de cerca por la comunidad internacional, incluyendo organismos de derechos humanos y países donantes, que han vinculado su apoyo financiero y diplomático a Gambia con el progreso en la protección de los derechos de las mujeres. La decisión de Gambia podría, por tanto, tener consecuencias económicas, afectando la ayuda y las inversiones extranjeras en el país.

La activista Fatou Baldeh, reconocida por su trabajo contra la MGF, ha señalado la dolorosa ironía de ver a hombres debatir sobre el control del cuerpo de las mujeres, subrayando la necesidad de una representación femenina más fuerte en el parlamento. Su testimonio refleja la frustración y la desilusión de muchos defensores de los derechos de las mujeres ante la posibilidad de un retroceso legislativo.

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