El comisionado general Marcos Alberto Acuña Avilés, conocido coloquialmente como "El Mapache", fue destituido de su cargo el 24 de julio de 2024 por orden de la vicepresidenta Rosario Murillo, tras una confrontación entre ambos. Esta acción ha desencadenado una serie de tensiones dentro del entorno del gobierno sandinista.
A través de un comunicado, la Policía Nacional de Nicaragua informó que Acuña fue deshonrosamente dado de baja por “flagrante desobediencia de órdenes superiores, poniendo en riesgo la seguridad ciudadana”. Además, se enfrentarán cargos de incumplimiento de deberes, desobediencia e insubordinación, en virtud de la Ley 872 de la Policía Nacional.
Con 25 años de servicio en la seguridad del presidente Daniel Ortega, Acuña había alcanzado el rango de comisionado general en 2014 mediante el Acuerdo Presidencial 160-2014, la máxima distinción para un oficial dentro de la Policía Nacional. Su destitución se suma a una serie de expulsiones de altos cargos en lo que se considera una purga liderada por Murillo. Otros afectados por este movimiento han sido la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alba Luz Ramos, y el exjefe del Ejército, Humberto Ortega.
La misma noche de su destitución, Acuña fue internado en el Hospital Carlos Roberto Huembes con un cuadro de hipertensión arterial, permaneciendo bajo custodia policial e incomunicado desde entonces.
Esta serie de destituciones y reestructuraciones dentro del gobierno nicaragüense también está relacionada con la implementación de una "compactación del Estado", una medida orientada a reordenar y rediseñar las instituciones gubernamentales. Estas acciones reflejan recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) destinadas a reducir la deuda pública y mejorar la eficiencia en la administración pública.
Simultáneamente, el régimen de Ortega y Murillo ha incrementado la represión contra la Iglesia católica, arrestando al menos a 12 sacerdotes bajo acusaciones de "terrorismo espiritual". Según el Colectivo Nicaragua Nunca Más, algunos de estos religiosos se encuentran en paradero desconocido. Rosario Murillo ha rotulado a estos clérigos como “terroristas espirituales”, acentuando las tensiones con la Iglesia desde las protestas de 2018.
Analistas políticos apuntan que estas purgas son parte de un plan de sucesión familiar en el que Laureano Ortega Murillo, hijo de Rosario Murillo, aparece como el sucesor designado del régimen. El objetivo es eliminar a quienes no muestran lealtad absoluta a Murillo, consolidando su control a futuro.
La crisis política en Nicaragua continúa siendo objeto de críticas internas e internacionales, con un gobierno señalado por sus prácticas de represión y corrupción. Marcos Alberto Acuña Avilés es conocido como "El Mapache", un apodo ganado a lo largo de su extensa carrera en la seguridad presidencial.