Haití, una nación marcada por una profunda historia de lucha y resistencia, ha revivido el llamado a Francia para que pague reparaciones por las sumas exorbitantes impuestas a sus antiguos esclavizados en reconocimiento a su independencia en 1804. Este reclamo, sustentado por una coalición de unos 20 grupos no gubernamentales reunidos en Ginebra para el Foro Permanente de la ONU sobre Personas de Ascendencia Africana, busca no solo reivindicar un acto de justicia histórica sino también fomentar el desarrollo mediante proyectos públicos en la Haití actual, la cual enfrenta grandes desafíos de seguridad y estabilidad.
Los activistas argumentan que la imposición de estas reparaciones financieras por parte de Francia ha tenido consecuencias devastadoras para el desarrollo económico y social de Haití. La deuda, que fue impuesta en 1825 y no se saldó hasta 1947, es vista por muchos como un lastre que ha perpetuado la pobreza y el subdesarrollo en la nación caribeña. Esta deuda se originó cuando Francia exigió una indemnización por las propiedades y los ingresos perdidos, incluyendo el valor de los esclavos liberados, como condición para reconocer la nueva nación libre de Haití.
El monto total pagado a Francia es objeto de disputa entre historiadores; mientras algunos estudios estiman la pérdida de Haití en 21 mil millones de dólares, otros, como la profesora Jemima Pierre de la Universidad de Columbia Británica, sugieren que con doscientos años de interés acumulado, la cifra debería rondar entre los 150 y 200 mil millones de dólares. Estas cifras no solo reflejan una suma económica sino también un profundo impacto social que ha restringido la capacidad del país para invertir en infraestructura y servicios públicos vitales.