El informe "Climate Damages Tax", publicado recientemente, propone un nuevo impuesto sobre la extracción a las mayores empresas de combustibles fósiles con sede en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Se calcula que este impuesto podría recaudar 720 mil millones de dólares (£580 mil millones) para finales de la década. Los fondos recaudados se destinarían principalmente al fondo de pérdidas y daños, una iniciativa acordada en la cumbre Cop28 en Dubai, marcada por una victoria significativa de los países en desarrollo. Estos fondos ayudarían a los países vulnerables a enfrentar los peores efectos del cambio climático.
Este enfoque se presenta como la forma más equitativa de recaudar fondos significativos sin buscar fuentes adicionales de financiación, haciendo que las industrias más ricas y económicamente poderosas, con la mayor responsabilidad histórica en el cambio climático, contribuyan directamente a la solución. Según Hillman, esta propuesta no solo es justa sino también viable, pues podría integrarse fácilmente en los sistemas tributarios existentes.
Se propone que el impuesto, que comenzaría en 2024 en los países de la OCDE con una tasa inicial de $5 por tonelada de CO2 equivalente, aumente $5 cada año hasta alcanzar un total de 900 mil millones de dólares para 2030. De este total, 720 mil millones de dólares se destinarían directamente al fondo de pérdidas y daños, mientras que los 180 mil millones restantes se usarían como un "dividendo doméstico" para apoyar a las comunidades dentro de las naciones más ricas en la transición climática justa.