En noviembre de 2024, los pueblos indígenas de los nueve países que componen la región amazónica formaron la coalición G-9 para negociar en bloque en la Cumbre de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP30). Esta cumbre representará la primera vez que se centra en la Amazonía y se llevará a cabo en Belém, Pará, Brasil, del 10 al 21 de noviembre de 2025. El G-9 busca un rol protagónico en el evento, específicamente copresidir la cumbre y tener una participación activa en la toma de decisiones.
Toya Manchineri, director Ejecutivo de la Coordinadora Conjunta de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab), señaló que aunque los indígenas disponen de voz en cumbres climáticas internacionales, no tienen voto en las decisiones vinculantes. En ese contexto, el G-9 exige que la Amazonía sea el eje central de las decisiones climáticas y que no se emprendan acciones que afecten su futuro sin la intervención de sus representantes.
El embajador André Corrêa do Lago, designado presidente de la COP30, ha anunciado que, en colaboración con la ministra de Pueblos Indígenas de Brasil, Sônia Guajajara, se está gestando un consejo especial para que los pueblos indígenas tengan un papel más significativo dentro del evento. Este sería un avance respecto a cumbres previas, sobre todo en cuestiones relacionadas con conservación de bosques y políticas de sostenibilidad.
Entre los puntos clave de la agenda del G-9 está la solicitud de poner fin a la exploración de petróleo y otros hidrocarburos en territorios amazónicos, una lucha que las comunidades indígenas han sostenido durante años. Manchineri criticó las políticas del Gobierno brasileño, que, pese a ser anfitrión del evento en una ciudad amazónica, continúa promoviendo la extracción de hidrocarburos en la región, incluidos territorios de importancia cultural y ecológica para los indígenas.
Por otro lado, el G-9 ha enfatizado que el menos del 1% de los recursos financieros asignados a acciones climáticas llega directamente a los pueblos indígenas, un tema que consideran imprescindible abordar en la COP30. El grupo indica que es fundamental que se reconozcan y respalden financieramente los mecanismos impulsados por las comunidades indígenas para enfrentar el cambio climático.
La COP30 también tendrá que lidiar con el desafío adicional de la salida oficial de Estados Unidos del Acuerdo de París, que se formalizará en enero de 2026. Esta retirada puede impactar las negociaciones y acuerdos que surjan durante la cumbre, especialmente en lo referente a compromisos climáticos globales.
La expectativa está puesta en que la COP30 marque un antes y un después en la integración de las voces indígenas en negociaciones climáticas, dado el rol crítico que desempeñan en la conservación de la Amazonía, un ecosistema vital en la lucha global contra el cambio climático.
La Amazonía, a pesar de su inmensa riqueza natural y su contribución esencial a la regulación climática global, alberga pueblos indígenas que gestionan cerca de un tercio de su territorio con estrategias de conservación milenarias, aunque solo reciben menos del 1% de los fondos destinados a la acción climática global.