El Hospital del Mar de Barcelona ha introducido una innovadora técnica quirúrgica para aliviar el dolor crónico neuropático en pacientes para quienes los tratamientos convencionales han resultado ineficaces. Denominada "cirugía del sufrimiento", la intervención consiste en la estimulación cerebral profunda (DBS), un procedimiento en el cual se implantan electrodos en el cíngulo anterior dorsal, una región cerebral que regula tanto el dolor como las emociones.
El objetivo de esta intervención no es eliminar el dolor, sino modificar la percepción del mismo, permitiendo a los pacientes sufrir menos. Este enfoque ha sido detallado en declaraciones de la neurocirujana Gloria Villalba: “No curamos ni quitamos el dolor, pero hacemos que el paciente sufra menos”.
Hasta ahora, esta técnica ha sido aplicada a seis pacientes en el Hospital del Mar. Entre los casos de éxito se encuentra Mireia Lluch, quien fue operada en el otoño de 2023. Tras la cirugía, experimentó una mejora significativa en su calidad de vida aunque, con el tiempo, el efecto se atenuó, haciendo su dolor más manejable. José Conejero, otro paciente de 37 años que sufrió una tetraplejia y posteriormente un severo dolor crónico tras una fractura en un dedo del pie, se sometió a la cirugía el 24 de julio de 2024. Aunque su nivel de dolor no cambió, reportó mejoras en su estado de ánimo y en la gestión de la ansiedad.
El proceso preoperatorio incluye exhaustivos controles médicos y psicoterapia con terapia de aceptación y compromiso, diseñada para ayudar a los pacientes a manejar su dolor y expectativas. Cada caso es evaluado individualmente por una comisión de ética antes de proceder con la intervención.
La técnica de estimulación cerebral profunda ha sido utilizada en un total de 30 intervenciones a nivel mundial, en centros destacados como los de Oxford y Milán. La efectividad de esta cirugía se estima en un 60% de los casos, con un 40% de los pacientes que no experimentan mejoría. Debido a la limitada evidencia sobre su efectividad, esta cirugía se recomienda solo como última alternativa.
La comunidad médica reconoce la complejidad ética de este procedimiento, dado que modifica áreas del cerebro relacionadas con las emociones. Aunque la técnica es reversible, plantea interrogantes sobre sus efectos a largo plazo y la posibilidad de cambios en la personalidad de los pacientes.