La tragedia azota al sur de Brasil donde, tras días de lluvias torrenciales, el estado de Rio Grande do Sul enfrenta una de las peores inundaciones de su historia. Las aguas del río Guaíba alcanzaron niveles récord, superando la marca histórica del diluvio de 1941. Las intensas precipitaciones han afectado casi dos tercios de las 497 ciudades del estado, provocando deslizamientos de tierra, la destrucción de carreteras y puentes, y cortes de energía y agua potable.
La respuesta de emergencia se ha visto abrumada, con operativos de rescate que trabajan incansablemente para alcanzar a las víctimas atrapadas. En Porto Alegre, la capital del estado, áreas residenciales completas están sumergidas, mientras los residentes buscan refugio en los techos de las edificaciones esperando rescate. El panorama es desolador, con imágenes aéreas que muestran vastas extensiones de agua donde antes había bulliciosas comunidades.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha visitado la zona junto a varios miembros de su gabinete para coordinar los trabajos de rescate y reconstrucción. El gobernador Eduardo Leite ha mencionado la necesidad de un plan de reconstrucción a gran escala para la región, comparando la situación con la del Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial.
Las cifras actualizadas indican que más de 800,000 personas carecen ahora de acceso a agua potable y más de 16,000 han buscado refugio en escuelas, gimnasios y otros albergues temporales. La cifra de desplazados sigue aumentando a medida que continúan las operaciones de evacuación y las lluvias no dan tregua. La comunidad internacional ha comenzado a enviar ayuda, y durante una misa en el Vaticano, incluso el Papa Francisco expresó sus oraciones por las víctimas y desplazados.