Durante una reciente audiencia de juicio oral, John Poulos ha confesado el asesinato de Valentina Trespalacios, un caso que ha conmocionado a la opinión pública por su brutalidad y las circunstancias en las que se desarrolló. Poulos describió el acto como no intencionado, argumentando que ocurrió en un contexto de relaciones sexuales, contradiciendo las evidencias acumuladas por la Fiscalía que apuntan hacia un feminicidio agravado con premeditación y ocultamiento de pruebas. Según su relato, el uso de una cuerda para estrangular a Valentina fue un acto impulsivo y no premeditado, agravado por el consumo de drogas y alcohol, lo que lo llevó a tomar decisiones erróneas y fatales esa noche.
Este giro en la narrativa de Poulos plantea interrogantes sobre la dinámica de poder y control que ejercía sobre Trespalacios, destacando los patrones de comportamiento celópata que la Fiscalía había señalado previamente. La admisión del acusado de haber ocultado el cuerpo y haber intentado huir del país refuerza la gravedad de su acto y el reconocimiento implícito de su culpabilidad, aunque busca atenuar la percepción de su intención homicida al alegar miedo a represalias y un juicio injusto en Colombia.

La confesión de John Poulos ante el tribunal ha sacudido el proceso judicial en curso, planteando nuevas consideraciones sobre la tipificación del delito cometido contra Valentina Trespalacios. Poulos, quien se encuentra recluido en la cárcel La Picota, ha intentado describir el feminicidio como un acto involuntario, buscando así una posible reducción de su condena. Durante su testimonio, Poulos detalló cómo, en un momento de drogadicción y desorientación, estranguló a Valentina usando un objeto que ella portaba en el cuello, un acto seguido por el corte del instrumento de estrangulación con un cuchillo de mango amarillo.