La CIA y el ejército estadounidense han intensificado un programa secreto de vigilancia aérea con drones sobre México, con el objetivo de localizar laboratorios clandestinos de producción de fentanilo, una droga sintética implicada en la crisis de opioides en Estados Unidos. Según confirmaron funcionarios estadounidenses, esta operación, iniciada durante la administración Biden, ha sido ampliada y reforzada por el gobierno de Donald Trump, quien ha prometido medidas más agresivas contra los cárteles de la droga que operan en territorio mexicano.
Estos vuelos, calificados como intrusivos por sectores de la política mexicana, llegan hasta "el interior del México soberano", de acuerdo con altos funcionarios estadounidenses que solicitaron anonimato. Sin embargo, las operaciones de los drones se limitan a tareas de inteligencia y monitoreo, sin autorización para llevar a cabo ataques letales, según las mismas fuentes. La información recopilada se comparte con las autoridades mexicanas para desactivar laboratorios de drogas e inspeccionar sus instalaciones.
Para contrarrestar el tráfico de fentanilo, la administración Trump ha exigido acciones más contundentes por parte del gobierno mexicano, como la destrucción de laboratorios y la confiscación de mayores cantidades de droga. Este mes, México desplegó 10,000 soldados en la frontera norte con el propósito de frenar el contrabando, aunque funcionarios estadounidenses consideran insuficientes estas medidas.
En paralelo, el Comando Norte estadounidense también ha intensificado su vigilancia aérea en la frontera sur. Hasta ahora, se han realizado más de 24 vuelos de inteligencia utilizando aeronaves como U-2, RC-135 Rivet Joint, P-8 y drones. A esto se suma la creación de un grupo de trabajo de 140 analistas que recopilan y procesan la información recabada. Según el general Gregory M. Guillot, jefe del Comando Norte, estos esfuerzos están orientados a interrumpir las operaciones de los cárteles y reducir su capacidad de producción y distribución de fentanilo hacia Estados Unidos. Guillot también declaró que parte de esta información es compartida con militares mexicanos para que aumenten su despliegue en áreas críticas.
En otro frente, la administración Trump planea designar a varios cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, una medida simbólica que permitiría a Estados Unidos imponer sanciones económicas adicionales, aunque no introduce herramientas legales nuevas contra estas organizaciones. Además, algunos exfuncionarios han asegurado que esta designación podría preceder a operaciones más agresivas por parte de agencias estadounidenses.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, indicó recientemente que "todas las opciones están sobre la mesa", incluido contemplar redadas transfronterizas contra cárteles si la cooperación actual no resulta efectiva para desmantelar laboratorios. Por otro lado, el Séptimo Grupo de Fuerzas Especiales del ejército estadounidense inició un ejercicio de entrenamiento conjunto con la Infantería de Marina mexicana este mes, lo cual, según un portavoz militar, forma parte de acuerdos de cooperación previamente establecidos.
A nivel político, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum afirmó que los vuelos se enmarcan dentro de una coordinación bilateral y subrayó que "la soberanía no es negociable". Pese a ello, la presencia de vuelos estadounidenses en la frontera sur —que han incrementado desde finales de enero— ha levantado cuestionamientos sobre los límites de esta cooperación y la capacidad de México de mantener un control autónomo sobre su territorio.
Mientras tanto, el nombramiento de Ronald Johnson como embajador en México y de Joe Kent como jefe del Centro Nacional Antiterrorista refuerza la línea dura de la administración estadounidense. Ambos exoficiales de la CIA y del ejército tienen experiencia en operaciones antiterroristas y podrían desempeñar un rol clave en la escalada de estrategias contra los cárteles mexicanos.
La naturaleza clandestina de este programa, junto con las complejidades políticas y operativas, apunta a una relación bilateral en tensa negociación, al tiempo que enfrenta desafíos éticos y geopolíticos si se intensifica el accionar estadounidense en México. El tráfico de fentanilo es un problema grave a nivel internacional. Esta droga sintética es casi 50 veces más potente que la heroína, lo que ha contribuido significativamente al aumento de sobredosis mortales en diversos países, principalmente en Estados Unidos.