La inquietud de una paciente, que temía haber transmitido cáncer a su hija a través de la leche materna, encendió una "bombilla" en el equipo de investigadores liderado por la oncóloga Cristina Saura. Aunque se sabía que el tumor no se transmite mediante la lactancia, la paciente proporcionó muestras de leche materna congeladas 18 meses antes de su diagnóstico, lo que llevó al equipo a explorar la posibilidad de que ya hubiera señales del cáncer en esa muestra.
El estudio, publicado en la revista Cancer Discovery, reveló que en la leche materna congelada ya había ADN tumoral que indicaba la presencia de cáncer en el organismo. En una investigación posterior con quince pacientes, se constató la presencia de fragmentos del ADN del tumor en la leche materna, lo que abre la posibilidad de utilizar el análisis de este fluido como herramienta para diagnosticar el cáncer de mama de forma temprana en el posparto.
La técnica de la biopsia líquida, que ha revolucionado la investigación contra el cáncer, implica buscar en los fluidos del organismo señales de un tumor antes de que se manifieste, como los fragmentos de ADN que las células cancerosas liberan al torrente sanguíneo. Este método, menos invasivo que una biopsia tradicional, permite detectar la presencia de tumores aún invisibles mediante un tipo de análisis de sangre.
La leche materna se ha convertido en el nuevo fluido corporal que muestra su potencial en el diagnóstico precoz de la enfermedad, especialmente en una etapa tan compleja como el posparto. La investigación ha demostrado que la leche materna de pacientes con cáncer de mama contiene suficiente ADN tumoral para ser detectado a través de una biopsia líquida, incluso antes de que el diagnóstico pueda realizarse con pruebas de imagen convencionales.