Los alimentos ultraprocesados, definidos como preparaciones industriales comestibles que estimulan el apetito de manera artificial, representan una parte significativa de las dietas modernas. Productos como nuggets, pizzas, hamburguesas, bollería industrial y cereales encajan en esta categoría. En Estados Unidos, un estudio realizado en 2019 reveló que los ultraprocesados representan el 70% de la dieta del estadounidense medio.
El consumo de estos productos está relacionado con diversas enfermedades. Investigaciones han demostrado vínculos entre el consumo de ultraprocesados y la obesidad, diabetes tipo 2, eventos cardiovasculares y cáncer de colon. A pesar de esta evidencia, las regulaciones en torno a su producción y venta han resultado ineficaces.
Un análisis de 417 medidas en 105 países indica que el 85,9% de las intervenciones se enfocan en modificar el entorno alimentario mediante información al consumidor, como el etiquetado nutricional. Sin embargo, en España se ha implementado desde 2018 un sistema de semáforo nutricional en el etiquetado de alimentos, aunque casi la mitad de las medidas son voluntarias y dependen de acuerdos con la industria.
Las críticas a estas políticas no han tardado en surgir. Tanita Northcott, especialista en regulación alimentaria, critica que las políticas vigentes no aborden los factores económicos y políticos que respaldan la producción de ultraprocesados, trasladando así la responsabilidad al consumidor.
Se señala que, al igual que con el tabaco, las reducciones sustanciales en su consumo se lograron mediante políticas que afectaron a la industria directamente, como impuestos y restricciones en la publicidad, algo que aún no se ha aplicado en el caso de los ultraprocesados.
La obesidad global ha mostrado un preocupante aumento. La Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación informó que la obesidad casi se duplicó en los últimos 20 años, correlacionándose con el incremento de la disponibilidad de ultraprocesados. Un estudio de Cochrane reveló que la información calórica en menús y etiquetas solo ha tenido un impacto modesto, reduciendo el consumo en un promedio del 1,8%. En el Reino Unido, un informe estima que el 90% de los adultos ingleses de 20 a 40 años ganarán hasta 9 kilos en 10 años, pero una reducción del 1% en la ingesta calórica diaria podría prevenir dicho aumento.
En España, en 2021, se incrementó el IVA de las bebidas azucaradas del 10% al 21%, lo que llevó a una disminución en el consumo de refrescos en casi 11 litros por hogar en un año. Sin embargo, la influencia de la industria alimentaria sigue siendo notable. Un análisis de 2024 identificó 268 grupos de interés vinculados a la industria de ultraprocesados, destacando a empresas como Nestlé, Coca-Cola, Unilever, PepsiCo y Danone como las más influyentes.
El consenso creciente es que para combatir efectivamente los problemas de salud relacionados con los ultraprocesados, es crucial implementar políticas que también regulen las prácticas de la industria alimentaria, más allá de simplemente informar al consumidor.