El 16 de febrero de 2023, Alexei Navalny, conocido líder opositor ruso, falleció en la prisión Polar Wolf, situada en el Ártico ruso, donde cumplía una condena de 30 años por cargos que muchos consideran políticamente motivados. Su muerte fue oficialmente atribuida a una “combinación de enfermedades”, incluyendo hipertensión, pancreatitis, daño en las vértebras y la presencia del virus del herpes en sus pulmones y bazo. Según el informe oficial, la causa final fue un aumento crítico de la presión arterial que provocó una arritmia.
Yulia Navalnaya, su esposa, ha desestimado estas conclusiones oficiales calificándolas de “absurdas” y “una mentira”. Navalnaya afirmó enfáticamente que su esposo no tenía antecedentes de enfermedades cardíacas y cuestionó la validez del diagnóstico de arritmia post mortem. En respuesta a su escepticismo, ha exigido una investigación criminal sobre la muerte de su esposo, afirmando que cree que fue asesinado. Además, ha declarado que su equipo seguirá investigando independientemente, ya que no espera que se abra una investigación oficial mientras Vladimir Putin esté en el poder.
Navalnaya también criticó duramente las condiciones del tratamiento médico que su esposo recibió en prisión. Según sus declaraciones, cuando Navalny comenzó a sentirse mal, no fue llevado a la unidad médica, sino que fue trasladado de regreso a una celda de castigo, donde permaneció solo y en condiciones inadecuadas. En sus últimos momentos, Navalny se quejó de un dolor agudo en el estómago.
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Las autoridades rusas han rechazado de plano las acusaciones de que Navalny fue asesinado, argumentando que su muerte fue por causas naturales. Un comunicado oficial apuntó que no había motivos para abrir una investigación criminal.
A sus 47 años, Navalny era un crítico acérrimo de Vladimir Putin y, en 2020, fue objeto de un intento de asesinato con el agente nervioso Novichok, del cual sobrevivió. Su muerte ha generado una ola de acusaciones y especulaciones, sugiriendo que fue asesinado para evitar su posible liberación en un intercambio de prisioneros con Occidente.
La noticia de su fallecimiento ha provocado una reacción internacional considerable, con múltiples condenas y expresiones de preocupación sobre la represión política en Rusia. La comunidad internacional y los seguidores de Navalny en el país han demandado justicia, exigiendo que se esclarezcan las circunstancias reales de su muerte.
Navalny había sido encarcelado tras regresar a Rusia desde Alemania, donde se había estado recuperando tras el atentado con el agente nervioso. Muchos critican que su detención y subsecuente condena de 30 años fueron políticamente motivadas para silenciar su voz y desactivar su influencia como líder de la oposición en Rusia. La muerte de Navalny, bajo estas circunstancias, solo ha intensificado las tensiones y el escrutinio internacional sobre el régimen de Putin y sus políticas.
A día de hoy, la controversia en torno al fallecimiento de Alexei Navalny sigue creciendo, y no parece que las demandas de una investigación independiente vayan a cesar en el corto plazo. La postura firme de Yulia Navalnaya y los críticos de Putin continúan poniendo en duda las conclusiones oficiales, manteniendo la atención pública y mediática sobre uno de los casos más resonantes de represión política en la reciente historia rusa. Antes de su arresto y encarcelamiento, Alexei Navalny era conocido por sus valientes denuncias de corrupción entre la élite política rusa y por haber creado y liderado la Fundación Anticorrupción (FBK), una organización dedicada a la investigación y exposición de casos de corrupción en Rusia.