El 23 de agosto de 2024, en el United Center de Chicago, Illinois, Kamala Harris marcó un hito histórico al aceptar la nominación presidencial del Partido Demócrata. Harris, hija de inmigrantes de India y Jamaica, se convirtió en la primera mujer negra y de ascendencia asiática en recibir dicha nominación. Este evento ocurrió un mes después de que el presidente Joe Biden anunciara su retiro de la carrera y respaldara la candidatura de Harris.
Durante su discurso, Harris subrayó la importancia de su origen y la influencia de su madre, Shyamala Gopalan, quien le inculcó que ante las injusticias, debía actuar en lugar de quejarse. Este mensaje inicial resonó fuertemente en un auditorio lleno, con asistentes vistiendo ropas blancas en honor a las sufragistas.
No faltaron las críticas dirigidas a Donald Trump, a quien describió como un "hombre poco serio" y responsable de haber llevado "caos y calamidad" a la Casa Blanca. Harris rememoró el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, alertando sobre los riesgos de un hipotético segundo mandato de Trump.
Entre sus promesas políticas, Harris subrayó que sería una "Presidenta para todos los estadounidenses", prometiendo priorizar al país por encima del partido y de sí misma. También se comprometió a construir una "economía de oportunidades" que beneficie a todos, independientemente de su ubicación. "Trump no responsabilizará a los autócratas porque aspira a ser uno de ellos".
Harris relató su encuentro personal con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, cinco días antes de la invasión rusa en 2022, durante el cual le advirtió sobre los planes de Putin. El jueves, prometió que, como presidenta, mantendrá su firme apoyo a Ucrania y a la alianza de la OTAN, asegurando que Estados Unidos siempre contará con la fuerza de combate más poderosa y letal del mundo.
Harris criticó las amenazas de Trump de abandonar a sus aliados de la OTAN y su tendencia a elogiar a dictadores como el presidente ruso Vladimir Putin y el líder norcoreano Kim Jong Un. Según ella, Trump "animó a Putin a invadir a nuestros aliados" y declaró que Rusia podía "hacer lo que quisiera".
Esos dictadores "respaldan a Trump porque saben que es fácil manipularlo con halagos y favores. Saben que Trump no pedirá cuentas a los autócratas porque él mismo desea ser uno de ellos", afirmó Harris, recibiendo fuertes ovaciones en el estadio.
En términos de política exterior, Harris fue clara al afirmar que no buscaría relación alguna con dictadores como Kim Jong-un, quienes "saben que Trump es fácil de manipular". Además, aseguró el apoyo continuo tanto a Ucrania como a la OTAN, y criticó las alabanzas de Trump a líderes autoritarios.

Harris también defendió firmemente los derechos reproductivos, rechazando las restricciones promovidas por los republicanos y calificando sus intentos de limitar el acceso al aborto como una actitud "fuera de sí". En cuanto a la seguridad fronteriza, propuso restaurar un proyecto de ley bipartidista que Trump había bloqueado, con la intención de asegurar la frontera al tiempo que se crea un camino hacia la ciudadanía.
El discurso de Harris duró 40 minutos y fue recibido con vítores y aplausos por una audiencia de delegados provenientes de todos los estados, creando un ambiente de entusiasmo y unidad. Al finalizar, enfatizó la necesidad de unidad nacional, instando a los estadounidenses a mostrar al mundo los valores de libertad, oportunidad y dignidad de su país.
Kamala Harris presentó su visión contrastante con la de Trump, posicionándose como una alternativa de cambio y esperanza para el futuro de Estados Unidos. Kamala Harris no solo hizo historia con su nominación, sino que también subió al escenario del United Center, un lugar emblemático conocido por albergar eventos deportivos y conciertos de gran magnitud, transformándolo por una noche en el núcleo de la política estadounidense.