En un reporte publicado por la Agencia Internacional de Energía (IEA), se reveló que las emisiones de CO2 derivadas de la energía experimentaron un aumento del 1.1% en 2023, marcando un nuevo máximo histórico con 37.4 mil millones de toneladas. Aunque este crecimiento es menor en comparación con el año anterior, destaca la urgencia de implementar cortes profundos en las emisiones de carbono para evitar un cambio climático descontrolado. Este incremento se atribuye en gran medida al uso intensificado de combustibles fósiles en países donde las sequías restringieron la producción de energía hidroeléctrica, lo que resalta la compleja interacción entre las crisis climáticas y energéticas.
La expansión global de tecnologías limpias, como los paneles solares, turbinas eólicas, energía nuclear y automóviles eléctricos, ha mitigado parcialmente el aumento de las emisiones relacionadas con la energía. Sin estas tecnologías, el incremento registrado en los últimos cinco años habría sido tres veces mayor, superando los 900 millones de toneladas. Este dato subraya la importancia crítica de acelerar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles y eficientes.
Las severas sequías en China, Estados Unidos, India y otros países jugaron un papel significativo en el aumento de las emisiones, ya que la reducción en la producción hidroeléctrica obligó a una mayor dependencia de los combustibles fósiles. Sin estos eventos climáticos extremos, las emisiones globales del sector eléctrico habrían disminuido en 2023, lo que indica el potencial de las renovables para liderar una reducción de emisiones en circunstancias más favorables.