Venezuela atraviesa días de alta tensión y convulsión tras la reclamación de victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del pasado domingo. Según Maduro, él habría recibido más de 5.1 millones de votos, frente a los 2.7 millones de votos afirmados para su rival, Edmundo González Urrutia, quien asegura que en realidad obtuvo 6.2 millones de votos, apoyado por la oposición venezolana.
Las protestas en rechazo a los resultados se han intensificado. Decenas de miles de manifestantes han salido a las calles, denunciando fraude electoral. Hasta la fecha, se han producido más de 700 arrestos, conforme a los datos proporcionados. Los manifestantes han expresado su descontento y exigido una revisión transparente de los resultados.
La violencia se ha incrementado en diversas localidades del país. La ONG Foro Penal ha reportado al menos 11 muertes relacionadas con las protestas. El fiscal general, Tarek William Saab, confirmó la detención de un total de 749 personas, acusándolas de haber causado lesiones a 48 policías y soldados. En respuesta a las manifestaciones, las fuerzas de seguridad han recurrido al uso de gas lacrimógeno y balas de goma para dispersarlas. Además, se han documentado numerosos actos de represión y violencia llevados a cabo por grupos paramilitares.
En el plano internacional, la Organización de Estados Americanos (OEA) emitió un informe crítico, acusando al régimen de Maduro de manipular el proceso electoral. La comunidad internacional, incluidos EE.UU. y la UE, ha exigido transparencia en los resultados. Pese al rechazo de numerosas naciones, Maduro ha recibido el reconocimiento de su victoria por parte de Rusia y China. Además, el gobierno venezolano ha anunciado la expulsión de diplomáticos de siete países latinoamericanos que criticaron los resultados electorales.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, reafirmó la lealtad de las fuerzas armadas a Maduro. Paralelamente, Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, ha convocado a marchas para celebrar la victoria declarada por Maduro.
La situación en Venezuela se ve agravada por una profunda crisis económica y humanitaria. Aproximadamente 8 millones de venezolanos han huido del país en los últimos años debido a la situación, y la crisis actual ha intensificado la preocupación por un incremento de la migración y la represión de las protestas pacíficas.
A medida que el país enfrenta un creciente aislamiento diplomático, las protestas y la violencia amenazan con desestabilizar aún más una nación ya golpeada por múltiples crisis. El llamado de la oposición a continuar las protestas refleja la decidida resistencia de un amplio sector de la población hacia el gobierno de Maduro.