Salud

Más de Mil Millones de Personas en el Mundo Viven Con Obesidad

Un reciente estudio publicado en The Lancet revela que más de mil millones de personas en todo el mundo padecen de obesidad, con un incremento alarmante en las tasas de obesidad entre niños y adultos. Esta tendencia creciente, que afecta desproporcionadamente a países de ingresos bajos y medios, plantea desafíos significativos para la salud global y requiere una acción urgente.

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Más de Mil Millones de Personas en el Mundo Viven Con Obesidad

Un reciente estudio publicado en The Lancet revela que más de mil millones de personas en todo el mundo padecen de obesidad, con un incremento alarmante en las tasas de obesidad entre niños y adultos. Esta tendencia creciente, que afecta desproporcionadamente a países de ingresos bajos y medios, plantea desafíos significativos para la salud global y requiere una acción urgente.

“La transición muy rápida de los sistemas alimentarios no ha sido para mejor”

- Majid Ezzati, autor principal del estudio y profesor en el Imperial College de Londres.

1/3/2024

El estudio publicado por The Lancet, realizado en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), analizó las mediciones de peso y altura de más de 220 millones de personas en más de 190 países, descubriendo que la prevalencia de la obesidad se ha más que cuadriplicado entre los niños y duplicado entre los adultos desde 1990. La obesidad, definida como un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m² para adultos, se ha convertido en la forma más común de malnutrición en numerosos países, superando incluso las tasas de desnutrición. Este fenómeno no solo se limita a naciones de altos ingresos, sino que se extiende a países de ingresos bajos y medios, evidenciando un cambio dramático en los patrones de malnutrición globales.

La investigación destaca un incremento particularmente pronunciado en las tasas de obesidad entre niños y adolescentes, lo que sugiere que la epidemia de obesidad que se observaba principalmente en adultos en 1990, ahora se refleja en la población escolar. Este cambio representa un desafío considerable para la salud pública, ya que la obesidad infantil conlleva un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, desde una edad temprana.

Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS, enfatiza que la obesidad y la desnutrición son dos caras de la misma moneda: la falta de acceso a una dieta saludable. Esta transición nutricional, de la desnutrición a la obesidad, refleja cambios profundos y rápidos en los sistemas alimentarios de los países, impulsados por la globalización, la urbanización y la transformación de las cadenas de suministro de alimentos, lo que ha hecho que alimentos altos en calorías, grasas y azúcares sean más accesibles y asequibles que las opciones saludables.

Los esfuerzos para combatir la obesidad han sido insuficientes, según señala el estudio. Las políticas públicas no han logrado frenar la epidemia de obesidad, en gran parte debido a su enfoque en el cambio de comportamiento sin abordar los elementos estructurales del problema, como las políticas alimentarias y ambientales. La promoción de dietas saludables y actividad física, junto con intervenciones políticas como la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas, la regulación de la comercialización de alimentos poco saludables dirigida a niños y la provisión de alimentos nutritivos en instituciones públicas, se presentan como medidas clave para revertir esta tendencia.

Algo Curioso
A pesar de los esfuerzos globales, la obesidad sigue siendo una de las principales causas de enfermedades no transmisibles en todo el mundo, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, lo que subraya la importancia de abordar esta epidemia con urgencia y determinación.

Impacto Global y Diferencias Regionales en la Obesidad

El estudio de The Lancet también revela datos preocupantes sobre la distribución geográfica de la obesidad, mostrando que algunos países y regiones enfrentan tasas especialmente altas. En 2022, naciones como Tonga, Samoa Americana y Nauru registraron las mayores prevalencias de obesidad, superando el 60% de su población adulta. Esta tendencia se observa predominantemente en islas de Polinesia y Micronesia, el Caribe, y en regiones del Medio Oriente y Norte de África, superando incluso a muchos países industrializados ricos, excepto Estados Unidos, que sigue estando entre los primeros en términos de prevalencia de obesidad.

En contraste, la investigación señala un estancamiento o leve disminución de las tasas de obesidad en algunos países del sur de Europa, como Francia y España, especialmente entre las mujeres. Este fenómeno sugiere que las intervenciones dirigidas y políticas públicas específicas pueden estar teniendo un impacto positivo en la lucha contra la obesidad en estas regiones. Sin embargo, en la mayoría de los países del mundo, el número de personas con obesidad supera a aquellos con insuficiencia ponderal, revirtiendo las tendencias de malnutrición observadas en décadas anteriores.

La obesidad en la infancia y adolescencia se ha cuadriplicado a nivel global desde 1990, un aumento que refleja cambios significativos en los estilos de vida, incluyendo la disminución de la actividad física y el aumento en el consumo de alimentos procesados y ricos en calorías. En 2022, se estimó que 159 millones de niños y adolescentes vivían con obesidad, evidenciando la necesidad urgente de abordar esta crisis desde las etapas más tempranas de la vida.

Estos datos subrayan la complejidad de la epidemia de obesidad, que no solo es un problema de salud pública, sino también una cuestión de inequidad social y económica. Los países con menores recursos enfrentan desafíos particulares, ya que la rápida transición nutricional hacia dietas de alta densidad energética se combina con sistemas de salud y políticas públicas insuficientes para combatir eficazmente el avance de la obesidad.

Desafíos y Soluciones en la Lucha Contra la Obesidad

El estudio de The Lancet junto con la OMS pone de relieve la urgencia de adoptar un enfoque multifacético para combatir la obesidad, que incluya tanto intervenciones individuales como políticas públicas estructurales. Es fundamental mejorar el acceso y la asequibilidad de alimentos saludables y nutritivos, especialmente en países de ingresos bajos y medios donde la transición hacia dietas no saludables ha sido más rápida y pronunciada. La coexistencia de la obesidad y la desnutrición en muchos países indica la necesidad de políticas de "doble acción" que aborden ambas formas de malnutrición de manera simultánea.

Las estrategias recomendadas incluyen la promoción y el apoyo a la lactancia materna, la implementación de impuestos a las bebidas azucaradas, la regulación del marketing de alimentos no saludables dirigidos a niños y la provisión de alimentos nutritivos en instituciones públicas como las escuelas. Además, reformas agrícolas, diseño urbano y la inversión en atención primaria de salud pueden reforzar estas políticas.

Sin embargo, el estudio critica la lentitud en la adopción de acciones políticas decisivas para frenar la epidemia de obesidad, señalando una excesiva dependencia en el cambio de comportamiento individual sin abordar los elementos estructurales, como las políticas alimentarias y ambientales. Más de 3 mil millones de personas en el mundo todavía no pueden permitirse una dieta saludable, lo que resalta la necesidad de mejorar el monitoreo de los fabricantes de alimentos y asegurar un acceso equitativo a alimentos saludables para todos.

“La transición muy rápida de los sistemas alimentarios no ha sido para mejor”

- Majid Ezzati, autor principal del estudio y profesor en el Imperial College de Londres.

Mar 1, 2024
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El estudio publicado por The Lancet, realizado en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), analizó las mediciones de peso y altura de más de 220 millones de personas en más de 190 países, descubriendo que la prevalencia de la obesidad se ha más que cuadriplicado entre los niños y duplicado entre los adultos desde 1990. La obesidad, definida como un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m² para adultos, se ha convertido en la forma más común de malnutrición en numerosos países, superando incluso las tasas de desnutrición. Este fenómeno no solo se limita a naciones de altos ingresos, sino que se extiende a países de ingresos bajos y medios, evidenciando un cambio dramático en los patrones de malnutrición globales.

La investigación destaca un incremento particularmente pronunciado en las tasas de obesidad entre niños y adolescentes, lo que sugiere que la epidemia de obesidad que se observaba principalmente en adultos en 1990, ahora se refleja en la población escolar. Este cambio representa un desafío considerable para la salud pública, ya que la obesidad infantil conlleva un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, desde una edad temprana.

Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS, enfatiza que la obesidad y la desnutrición son dos caras de la misma moneda: la falta de acceso a una dieta saludable. Esta transición nutricional, de la desnutrición a la obesidad, refleja cambios profundos y rápidos en los sistemas alimentarios de los países, impulsados por la globalización, la urbanización y la transformación de las cadenas de suministro de alimentos, lo que ha hecho que alimentos altos en calorías, grasas y azúcares sean más accesibles y asequibles que las opciones saludables.

Los esfuerzos para combatir la obesidad han sido insuficientes, según señala el estudio. Las políticas públicas no han logrado frenar la epidemia de obesidad, en gran parte debido a su enfoque en el cambio de comportamiento sin abordar los elementos estructurales del problema, como las políticas alimentarias y ambientales. La promoción de dietas saludables y actividad física, junto con intervenciones políticas como la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas, la regulación de la comercialización de alimentos poco saludables dirigida a niños y la provisión de alimentos nutritivos en instituciones públicas, se presentan como medidas clave para revertir esta tendencia.

El estudio publicado por The Lancet, realizado en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), analizó las mediciones de peso y altura de más de 220 millones de personas en más de 190 países, descubriendo que la prevalencia de la obesidad se ha más que cuadriplicado entre los niños y duplicado entre los adultos desde 1990. La obesidad, definida como un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m² para adultos, se ha convertido en la forma más común de malnutrición en numerosos países, superando incluso las tasas de desnutrición. Este fenómeno no solo se limita a naciones de altos ingresos, sino que se extiende a países de ingresos bajos y medios, evidenciando un cambio dramático en los patrones de malnutrición globales.

La investigación destaca un incremento particularmente pronunciado en las tasas de obesidad entre niños y adolescentes, lo que sugiere que la epidemia de obesidad que se observaba principalmente en adultos en 1990, ahora se refleja en la población escolar. Este cambio representa un desafío considerable para la salud pública, ya que la obesidad infantil conlleva un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, desde una edad temprana.

Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS, enfatiza que la obesidad y la desnutrición son dos caras de la misma moneda: la falta de acceso a una dieta saludable. Esta transición nutricional, de la desnutrición a la obesidad, refleja cambios profundos y rápidos en los sistemas alimentarios de los países, impulsados por la globalización, la urbanización y la transformación de las cadenas de suministro de alimentos, lo que ha hecho que alimentos altos en calorías, grasas y azúcares sean más accesibles y asequibles que las opciones saludables.

Los esfuerzos para combatir la obesidad han sido insuficientes, según señala el estudio. Las políticas públicas no han logrado frenar la epidemia de obesidad, en gran parte debido a su enfoque en el cambio de comportamiento sin abordar los elementos estructurales del problema, como las políticas alimentarias y ambientales. La promoción de dietas saludables y actividad física, junto con intervenciones políticas como la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas, la regulación de la comercialización de alimentos poco saludables dirigida a niños y la provisión de alimentos nutritivos en instituciones públicas, se presentan como medidas clave para revertir esta tendencia.

Algo Curioso
A pesar de los esfuerzos globales, la obesidad sigue siendo una de las principales causas de enfermedades no transmisibles en todo el mundo, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, lo que subraya la importancia de abordar esta epidemia con urgencia y determinación.

Impacto Global y Diferencias Regionales en la Obesidad

El estudio de The Lancet también revela datos preocupantes sobre la distribución geográfica de la obesidad, mostrando que algunos países y regiones enfrentan tasas especialmente altas. En 2022, naciones como Tonga, Samoa Americana y Nauru registraron las mayores prevalencias de obesidad, superando el 60% de su población adulta. Esta tendencia se observa predominantemente en islas de Polinesia y Micronesia, el Caribe, y en regiones del Medio Oriente y Norte de África, superando incluso a muchos países industrializados ricos, excepto Estados Unidos, que sigue estando entre los primeros en términos de prevalencia de obesidad.

En contraste, la investigación señala un estancamiento o leve disminución de las tasas de obesidad en algunos países del sur de Europa, como Francia y España, especialmente entre las mujeres. Este fenómeno sugiere que las intervenciones dirigidas y políticas públicas específicas pueden estar teniendo un impacto positivo en la lucha contra la obesidad en estas regiones. Sin embargo, en la mayoría de los países del mundo, el número de personas con obesidad supera a aquellos con insuficiencia ponderal, revirtiendo las tendencias de malnutrición observadas en décadas anteriores.

La obesidad en la infancia y adolescencia se ha cuadriplicado a nivel global desde 1990, un aumento que refleja cambios significativos en los estilos de vida, incluyendo la disminución de la actividad física y el aumento en el consumo de alimentos procesados y ricos en calorías. En 2022, se estimó que 159 millones de niños y adolescentes vivían con obesidad, evidenciando la necesidad urgente de abordar esta crisis desde las etapas más tempranas de la vida.

Estos datos subrayan la complejidad de la epidemia de obesidad, que no solo es un problema de salud pública, sino también una cuestión de inequidad social y económica. Los países con menores recursos enfrentan desafíos particulares, ya que la rápida transición nutricional hacia dietas de alta densidad energética se combina con sistemas de salud y políticas públicas insuficientes para combatir eficazmente el avance de la obesidad.

Desafíos y Soluciones en la Lucha Contra la Obesidad

El estudio de The Lancet junto con la OMS pone de relieve la urgencia de adoptar un enfoque multifacético para combatir la obesidad, que incluya tanto intervenciones individuales como políticas públicas estructurales. Es fundamental mejorar el acceso y la asequibilidad de alimentos saludables y nutritivos, especialmente en países de ingresos bajos y medios donde la transición hacia dietas no saludables ha sido más rápida y pronunciada. La coexistencia de la obesidad y la desnutrición en muchos países indica la necesidad de políticas de "doble acción" que aborden ambas formas de malnutrición de manera simultánea.

Las estrategias recomendadas incluyen la promoción y el apoyo a la lactancia materna, la implementación de impuestos a las bebidas azucaradas, la regulación del marketing de alimentos no saludables dirigidos a niños y la provisión de alimentos nutritivos en instituciones públicas como las escuelas. Además, reformas agrícolas, diseño urbano y la inversión en atención primaria de salud pueden reforzar estas políticas.

Sin embargo, el estudio critica la lentitud en la adopción de acciones políticas decisivas para frenar la epidemia de obesidad, señalando una excesiva dependencia en el cambio de comportamiento individual sin abordar los elementos estructurales, como las políticas alimentarias y ambientales. Más de 3 mil millones de personas en el mundo todavía no pueden permitirse una dieta saludable, lo que resalta la necesidad de mejorar el monitoreo de los fabricantes de alimentos y asegurar un acceso equitativo a alimentos saludables para todos.

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