Rusia ha marcado un giro conservador alarmante con la adición del "movimiento LGBT internacional" a su lista de organizaciones extremistas y terroristas, según informaron fuentes oficiales rusas. Esta clasificación, ejecutada por el organismo de vigilancia financiera Rosfinmonitoring, le permite congelar cuentas bancarias de entidades y personas asociadas, aunque no se han especificado nombres en la lista publicada. La medida sigue a una decisión de la Corte Suprema de Rusia en noviembre pasado, que calificó de extremistas a los activistas LGBTQ+, prohibiendo efectivamente el activismo LGBTQ+ en todo el territorio ruso.
Desde el inicio de la ofensiva en Ucrania en 2022, el Kremlin ha endurecido su postura contra lo que considera "propaganda gay", extendiendo una ley previa que ya la prohibía entre menores. Esta legislación ha prohibido cualquier representación de relaciones sexuales "no tradicionales" en público y en los medios de comunicación, elevando las tensiones dentro de la comunidad LGBTQ+ rusa y entre los activistas de derechos humanos globales.
Además de restringir severamente las libertades civiles, la inclusión de la comunidad LGBT en la lista de entidades extremistas y terroristas simboliza una escalada en la represión estatal, particularmente desde la perspectiva del Kremlin, que ve en el conflicto ucraniano un campo de batalla ideológico contra Occidente. Esta acción refleja una continuación del endurecimiento de políticas contra grupos y organizaciones considerados contrarios a los valores tradicionales promovidos por el estado ruso.
La reciente decisión de un tribunal ruso de ordenar la detención preventiva de dos empleados de un bar gay, acusados de organizar una "organización extremista", marca un precedente preocupante. Es el primer caso de este tipo desde la decisión de la Corte Suprema y señala un aumento en la vigilancia y control sobre la comunidad LGBT y sus espacios de reunión.