El 2 de noviembre de 2024, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, emitió un aviso de sequía tras un mes de octubre excepcionalmente seco. En Central Park, las precipitaciones registradas alcanzaron tan solo 0.01 pulgadas (0.02 cm), en contraste con el promedio habitual de 4.4 pulgadas (11.2 cm), lo que convierte a este octubre en el más seco desde que comenzaron los registros hace más de 150 años.
La región de Catskill, que suministra parte del agua a la ciudad, también experimentó una notable disminución de las lluvias, con solo 0.81 pulgadas (2 cm), aproximadamente una quinta parte del promedio de octubre. En este contexto, la ciudad de Nueva York consume un promedio de 1.1 mil millones de galones (4.2 mil millones de litros) de agua al día, una cifra que ha bajado un 35% respecto al pico de consumo en 1979, debido a mejoras significativas en la detección y reparación de fugas.
La sequía no solo afecta a Nueva York. Casi la mitad del país enfrenta sequías repentinas, caracterizadas por la combinación de pocas precipitaciones y temperaturas anormalmente altas. En el noreste, Halloween se celebró con temperaturas que oscilaron entre los altos 70s y bajos 80s Fahrenheit (24-28 °C), algo inusual para la época.
La situación se complica más por las reparaciones en un gran acueducto que transporta agua desde Catskill, incrementando la dependencia de los embalses ubicados en los suburbios del norte. Como resultado, el transporte marítimo en el río Misisipi y los incendios forestales en el medio oeste y el este de Estados Unidos también han sido impactados por esta sequía. La Agencia Nacional de Meteorología ha emitido alertas por riesgo de incendios forestales en estados como Connecticut.
Para mitigar los efectos de esta crisis, el alcalde Eric Adams ha solicitado a los ciudadanos que adopten medidas concretas para reducir su consumo de agua. Entre las recomendaciones se encuentran tomar duchas más cortas, reparar grifos que gotean, reportar fugas en las calles y barrer las aceras en lugar de usar mangueras para limpiarlas.
Las iniciativas y llamados a la acción buscan evitar un escenario aún más crítico, resaltando la urgencia de este momento ante un fenómeno climático que podría perdurar, afectando gravemente la calidad de vida y las actividades económicas de la región.
Este conjunto de circunstancias destaca la necesidad de una respuesta proactiva y coordinada para enfrentar la amenaza de la sequía, no solo en Nueva York, sino en todo el país.