Durante la primera semana de abril de 2024, la región del Sahel, incluyendo Mali y Burkina Faso, experimentó temperaturas extremadamente altas que resultaron letales. Según varios estudios realizados por el Grupo de Atribución del Clima Mundial (WWA), este fenómeno climático ha sido exacerbado significativamente por la actividad humana, específicamente por la emisión de gases de efecto invernadero y la deforestación. Las temperaturas alcanzaron picos sin precedentes de hasta 48.5°C, superando con creces los registros históricos para la región.
El impacto de esta ola de calor no sólo se sintió en el termómetro. En Bamako, la capital de Mali, el hospital Gabriel Touré informó sobre un aumento significativo en las muertes y hospitalizaciones, especialmente entre las personas mayores. Del 1 al 4 de abril, se reportaron más de 100 fallecimientos, una cifra alarmantemente superior a la esperada para esta época del año.
Los científicos del WWA destacaron que un clima preindustrial no habría permitido una ola de calor de esta magnitud, lo que subraya el impacto directo del calentamiento global en la intensificación de los fenómenos climáticos extremos. Además, se señaló que la coincidencia de esta ola de calor con el mes de Ramadán aumentó significativamente los riesgos para la salud de la población, que ya estaba debilitada por el ayuno durante el día.