Un hombre holandés de 72 años, quien sufrió de COVID-19 durante un período récord de 613 días, ha fallecido tras una larga batalla con el virus, que durante este tiempo desarrolló más de 50 mutaciones genéticas. Este caso extremo, descubierto por especialistas en enfermedades infecciosas en el Amsterdam University Medical Center, resalta la peligrosidad de las infecciones prolongadas especialmente en pacientes inmunocomprometidos. El paciente, que ya sufría de una condición hematológica antes de contraer el virus, mostró una capacidad significativamente reducida para combatir la infección, a pesar de recibir múltiples vacunas contra el COVID-19.
A lo largo de los 613 días de infección, el virus en su cuerpo evolucionó hasta desarrollar numerosas mutaciones que le permitieron evadir las defensas inmunológicas, incluso adaptándose para resistir tratamientos con anticuerpos monoclonales como el sotrovimab. Esta evolución del virus en un solo huésped es un fenómeno raramente observado y subraya la capacidad del SARS-CoV-2 para adaptarse y persistir en condiciones adversas.
El caso no solo es notable por su duración, sino también por la cantidad y tipo de mutaciones acumuladas, que incluyen cambios significativos en la proteína espiga del virus, esencial para su entrada en las células humanas. Estas mutaciones pueden tener implicaciones importantes para la eficacia de las vacunas y tratamientos actuales, y destacan la necesidad de vigilancia genómica continua para detectar tales variantes.
La comunidad científica y médica ha seguido este caso de cerca, y los detalles del mismo se presentarán en un congreso global de microbiología e enfermedades infecciosas, donde se espera que genere un intenso debate sobre cómo manejar mejor las infecciones prolongadas y prevenir la transmisión de variantes mutadas.