Un estudio dirigido por Hiroshi Yoshida, profesor de economía en la Universidad de Tohoku, ha lanzado una advertencia fascinante y alarmante: si Japón no modifica su ley matrimonial, que obliga a las parejas casadas a compartir un apellido, dentro de 500 años, todo ciudadano japonés llevará el apellido "Sato". Esta proyección se basa en la continuidad de una ley que data de fines del siglo XIX, la cual ha comenzado a mostrar sus efectos peculiares en la homogeneización de apellidos en el país. El estudio, que ha capturado la atención pública y académica, sugiere que el apellido "Sato", actualmente el más común en Japón, podría convertirse en el único apellido en todo el país para el año 2531, bajo la tasa de crecimiento anual actual.
Las cifras del estudio revelan que "Sato" es el apellido más popular en Japón, constituyendo el 1.5% de la población según una encuesta de marzo de 2023. Si la tendencia persiste, y sin cambios legislativos, la proyección indica que para el año 2446, la mitad de la población japonesa compartirá este apellido, culminando en una total uniformidad para 2531. Esta situación única no solo plantea cuestiones prácticas, como la confusión en la identificación personal, sino que también amenaza con borrar la rica diversidad de herencias familiares y regionales que los apellidos representan en Japón.
El estudio de Yoshida no solo buscó hacer una proyección estadística, sino también destacar la urgente necesidad de reformar una ley que refleja prácticas obsoletas y restricciones en la autonomía personal y cultural. La legislación actual refleja valores y estructuras sociales del pasado que, según críticos y expertos, ya no se alinean con las dinámicas familiares contemporáneas y las perspectivas individuales sobre identidad y patrimonio.