Máximo Napa Castro, un experimentado pescador de 61 años oriundo de San Juan de Marcona, Perú, vivió una experiencia extrema que desafió las probabilidades. El 7 de diciembre de 2024, Napa zarpó con su embarcación con la intención de realizar una jornada de pesca, sin saber que se convertiría en la más desafiante de su vida. Condiciones adversas, entre ellas intensas corrientes marinas y un clima poco favorable, desviaron su bote, dejándolo a la deriva en pleno océano Pacífico.
Sin acceso a un radio de emergencia en su embarcación, la posibilidad de contacto con los servicios de rescate quedó descartada, aumentando las complicaciones para su localización y rescate. Durante los 94 días que estuvo perdido en el vasto mar, Napa mostró una insólita capacidad de supervivencia al alimentarse de cucarachas, aves marinas que lograba atrapar y una tortuga, recursos limitados que le permitieron resistir.
Su odisea llegó a su fin el 11 de marzo de 2025 cuando un barco pesquero de bandera ecuatoriana, operando en las aguas frente a la costa norte de Perú, lo avistó y procedió a su rescate. Posteriormente, fue trasladado al puerto de Paita, donde recibió atención médica en el hospital local. Según declaraciones del capitán de puerto de la Marina de Guerra del Perú, Jorge González, Napa fue dado de alta el 16 de marzo tras encontrarse en estado de shock, aunque en buenas condiciones físicas dadas las circunstancias extremas en las que vivió.
La familia del pescador había mantenido la esperanza durante los más de tres meses de incertidumbre. Su hija, Inés Napa, declaró emocionada que para ellos el rescate de su padre representa un verdadero milagro, subrayando que nunca dejaron de creer que lo encontrarían con vida.
La historia de Napa evidencia la resiliencia humana y plantea interrogantes sobre la seguridad y el equipamiento de las embarcaciones pesqueras en contextos de alta vulnerabilidad. La falta de un sistema de comunicaciones de emergencia fue un factor determinante que complicó los esfuerzos de localización.
En un caso similar de supervivencia extrema, el náufrago José Salvador Alvarenga sobrevivió 438 días en el océano Pacífico en 2012, alimentándose principalmente de peces y aves, lo que demuestra que este tipo de situaciones, aunque excepcionales, no son imposibles.