El 4 de abril de 2025, la celebración de los 50 años de Microsoft en su sede de Redmond, Washington, se vio empañada por protestas organizadas por empleados que condenaron los contratos de la compañía con el ejército de Israel. Las interrupciones ocurrieron mientras se transmitía en vivo el evento, que reunió a figuras trascendentales como Bill Gates, Steve Ballmer, Satya Nadella y el actual CEO de Microsoft AI, Mustafa Suleyman.
La primera interrupción la protagonizó Ibtihal Aboussad, una ingeniera de la empresa, quien interrumpió a Mustafa Suleyman en plena presentación de avances en inteligencia artificial gritando: “Mustafa, qué vergüenza. Afirma que le importa utilizar la IA para el bien, pero Microsoft vende armas de IA al ejército israelí. Cincuenta mil personas han muerto y Microsoft potencia este genocidio en nuestra región”. Para enfatizar su mensaje, lanzó una kufiya (pañuelo tradicional palestino) al escenario. Aboussad fue escoltada fuera del recinto tras su intervención.
Momentos después, otra manifestante, Vaniya Agrawal, dirigió sus críticas a las máximas figuras de la compañía presentes en el evento. “¡Debería darles vergüenza! Ustedes son todos unos hipócritas. Cincuenta mil palestinos en Gaza han sido asesinados con tecnología de Microsoft. ¿Cómo se atreven a celebrar sobre su sangre?”, exclamó durante otra interrupción que captó aún más la atención de los asistentes y espectadores.
El contexto de estas críticas se centra en las acusaciones de que Microsoft y OpenAI han colaborado con el ejército israelí en el desarrollo de modelos de inteligencia artificial utilizados para seleccionar objetivos de bombardeos en Gaza y Líbano. Un informe de Associated Press resaltó esta relación, señalada como responsable de facilitar violaciones graves de derechos humanos.
Las cifras del conflicto también jugaron un papel crítico en la causa de los manifestantes. Según el Ministerio de Salud de Gaza, las hostilidades han dejado un saldo inicial de al menos 50,609 palestinos muertos y 115,063 heridos. Recientemente, estas cifras han sido actualizadas por la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza, alcanzando más de 61,700 fallecidos, con miles más desaparecidos bajo escombros.
Microsoft, por su parte, ha defendido su cultura de inclusión y diálogo. En un comunicado, un portavoz mencionó que la empresa promueve múltiples vías para que sus empleados expresen opiniones, siempre y cuando no interrumpan las operaciones comerciales. Sin embargo, no ofreció detalles sobre posibles medidas a tomar tras estas protestas públicas.
El evento, que originalmente estaba enfocado en anunciar innovaciones tecnológicas y la visión futura para su asistente de IA, Copilot, vio interrumpido un segmento clave de la presentación de Suleyman a causa de las manifestaciones. Esto se profundizó con una movilización adicional fuera del recinto, donde numerosos empleados también se congregaron para mostrar su descontento.
Cabe recordar que esta no es la primera ocasión en que empleados de Microsoft critican las decisiones éticas de la compañía. En febrero de 2025, cinco trabajadores fueron escoltados fuera de una reunión interna con el actual CEO Satya Nadella por protestar contra los actos comerciales de la empresa vinculados al ejército israelí. Estas acciones aisladas muestran un creciente descontento que ahora ha salido al ámbito público, poniendo a una de las empresas más influyentes del mundo en el centro del debate ético y político.
Como telón de fondo, las críticas hacia la responsabilidad social de las grandes empresas tecnológicas se han intensificado, con acusaciones recurrentes sobre su papel en conflictos armados. Esto genera una presión creciente sobre Microsoft y otras compañías similares por examinar minuciosamente las implicaciones de sus relaciones contractuales y el impacto de su tecnología.
El evento marcaba cinco décadas desde el inicio de Microsoft, pero esta no es la primera ocasión en que empleados organizan protestas internas. En los últimos años, trabajadores de empresas tecnológicas han usado eventos corporativos clave para manifestar desacuerdos éticos con sus directivas.