La protonterapia, una avanzada técnica de tratamiento del cáncer, utiliza protones acelerados a casi la velocidad de la luz para atacar tumores con alta precisión, minimizando el daño a los tejidos sanos circundantes. Esto la convierte en una opción ideal para tratar tumores localizados cerca de órganos vitales.
En los últimos años, España ha dado grandes pasos en la adopción de esta tecnología. Hasta hace poco, el país no contaba con ninguna instalación de protonterapia, pero actualmente se están estableciendo 11 unidades dentro del sistema de salud pública. Además, existen dos unidades operativas en el sector privado, una de ellas en la Clínica Universidad de Navarra (CUN) en Madrid.
El Dr. Curtiland Deville, especialista en oncología de la Universidad Johns Hopkins y usuario de protonterapia desde 2010, subraya la eficacia de este tratamiento para pacientes que no han respondido a la radioterapia convencional o que tienen tumores en lugares de difícil acceso como la base del cráneo o el sacro.
La protonterapia ofrece ventajas significativas sobre la radioterapia con rayos X tradicionales. Estudios realizados por instituciones de renombre como el Saint Jude Children’s Hospital y MD Anderson muestran que los niños tratados con protonterapia presentan un mejor desarrollo cognitivo y una mayor calidad de vida. Los efectos antitumorales de la protonterapia son comparables a los de la radioterapia convencional, pero con menos efectos secundarios a largo plazo.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos de la protonterapia es su elevado costo. Por ejemplo, instalar una unidad de protonterapia como la de CUN cuesta alrededor de €40 millones (aproximadamente $42 millones). Esta elevada inversión ha limitado la cantidad de unidades operativas incluso en países con una mayor experiencia en esta tecnología.
En España, la expansión de la protonterapia en el sistema público ha sido posible gracias a una donación de casi €264 millones (aproximadamente $276 millones) de la Fundación Amancio Ortega. Esta donación ha permitido la creación de 10 unidades públicas, con una adicional en construcción en el Hospital Marqués de Valdecilla en Cantabria.
La protonterapia requiere de significativas infraestructuras, como edificios del tamaño de una cancha de tenis y el proceso de construcción y puesta en funcionamiento puede llevar más de dos años. Estos dispositivos funcionan separando protones de átomos de hidrógeno y luego acelerándolos en un sincrotrón a casi la velocidad de la luz. Un tratamiento típico dura alrededor de 35 minutos, aunque la dosis de radiación se administra en solo un minuto.
Actualmente, la CUN trata a unos 30 pacientes diariamente, aproximadamente un tercio de ellos niños. Muchos de estos pacientes son remitidos desde hospitales públicos mientras esperan la apertura de las nuevas unidades públicas. La implementación de la protonterapia requiere capacitación específica para el personal médico, incluidos médicos, físicos y técnicos.
A pesar de su alto costo inicial, los defensores de la protonterapia argumentan que puede ser rentable a largo plazo al reducir hospitalizaciones y la necesidad de intervenciones adicionales, mejorando así la calidad de vida de los pacientes. Los protones utilizados en la protonterapia son acelerados a través de un dispositivo llamado sincrotrón, que necesita una infraestructura significativa y puede tardar años en estar completamente operativo.