Vladimir Putin, tras su reelección, lanzó una advertencia severa a la OTAN, indicando que cualquier confrontación directa con Rusia estaría “a un paso de una guerra mundial total”. Esta declaración se produjo en el contexto de una elección presidencial rusa que culminó el domingo, en la que Putin, sin oposición creíble, reivindicó el 87% de los votos. La elección ha sido tachada de farsa por países occidentales y organismos de vigilancia, que señalan la falta de competencia legítima y la supresión de voces disidentes.
El mandato de Putin, que se extiende ahora hasta 2030, ha estado marcado por un autoritarismo creciente y un desafío constante a las normas internacionales, especialmente en relación con Ucrania. La reciente admisión de Putin sobre la muerte de Alexei Navalny en una colonia penal rusa y su disposición a realizar un intercambio de prisioneros con Estados Unidos han reavivado las tensiones y el escrutinio internacional sobre su régimen.
Con la OTAN proporcionando apoyo significativo a Ucrania, especialmente en términos de armamento y entrenamiento militar, la presencia de tropas de la Alianza en territorio ucraniano, aunque no en operaciones de combate, ha sido un punto de fricción. Esta situación se complica aún más con las declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron, quien sugirió la posibilidad de una implicación militar directa de la OTAN para contrarrestar la agresión rusa, lo que eleva las apuestas en el equilibrio de poder regional.
A nivel internacional, las elecciones han sido ampliamente cuestionadas, con acusaciones de manipulación y falta de transparencia. La alta participación y el margen de victoria abrumador de Putin se ven como intentos del Kremlin de legitimar su política autoritaria y de confrontación, especialmente en lo que respecta a Ucrania y las relaciones tensas con Occidente.