En las últimas seis décadas, el consumo global de azúcar se ha cuadruplicado, representando aproximadamente el 8% de todas las calorías consumidas mundialmente. Este incremento ha propiciado un aumento significativo en la prevalencia de problemas de salud como la obesidad, que se estima podría afectar a la mitad de la población mundial para el año 2035.
Un análisis reciente ha cuantificado que una reducción del 20% en el consumo de azúcar podría generar un ahorro significativo en costos de salud, específicamente de alrededor de 10.3 mil millones de dólares (8.1 mil millones de libras) solo en los Estados Unidos. Este ahorro podría canalizarse hacia otros aspectos esenciales del sistema de salud, mejorando la calidad de vida de millones de personas.
Además de sus implicaciones para la salud, la producción de azúcar tiene un impacto ambiental considerable. Contribuye a la pérdida de hábitats y biodiversidad, así como a la contaminación del agua por fertilizantes. A pesar de ser el cultivo más grande por masa en todo el mundo, el azúcar ha recibido una atención limitada en términos de su sostenibilidad ambiental. Una reevaluación del uso del azúcar podría mejorar estos aspectos considerablemente.
Utilizar el azúcar para otros fines industriales presenta una serie de oportunidades innovadoras. Por ejemplo, redirigir el azúcar para alimentar microorganismos productores de microproteínas podría generar suficientes alimentos ricos en proteínas para alimentar a 521 millones de personas. Este cambio también podría reducir las emisiones de carbono en 250 millones de toneladas, comparado con las emisiones anuales del Reino Unido, que ascienden a aproximadamente 300 millones de toneladas.
Asimismo, emplear el azúcar en la producción de bioplásticos podría iniciar una revolución en la industria del empaque, reemplazando alrededor del 20% del mercado total de polietileno, un plástico comúnmente utilizado en empaques y tuberías.
La transformación del azúcar en biocombustibles ofrece otra vía sostenible. Se estima que la redirección del azúcar podría producir aproximadamente 198 millones de barriles de etanol para su uso en transporte. En Brasil, el mayor productor mundial de etanol a base de azúcar, que ya produce el 85% del suministro, esta estrategia podría ampliarse sin necesidad de incrementar la producción de caña de azúcar significativamente.
Sin embargo, la transición hacia un menor consumo de azúcar enfrenta desafíos significativos debido a la extensa cadena de suministro, que abarca más de 100 países con millones de personas dependientes de la industria azucarera. Para abordar estos desafíos, se recomienda implementar políticas nacionales, como impuestos al azúcar, y fomentar colaboraciones internacionales para desviar el azúcar de la dieta hacia usos más sostenibles.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere limitar el consumo de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total, recomendando que una reducción adicional podría ofrecer beneficios adicionales tanto para la salud humana como para el medio ambiente.