En un giro inesperado y violento de los acontecimientos, Sheikh Hasina, la Primera Ministra de Bangladesh desde 2009, renunció a su cargo y huyó del país. Su salida fue confirmada por el jefe del ejército, General Waker-Uz-Zaman, quien asumió el control y declaró un gobierno interino para gestionar la crisis.
La renuncia de Hasina se produjo después de semanas de intensas protestas que comenzaron en julio en repudio a un controvertido sistema de cuotas en el empleo público, el cual favorecía a los descendientes de los luchadores por la independencia de 1971. Estas manifestaciones se intensificaron rápidamente, con la demanda pública de la dimisión de Hasina, y resultaron en la muerte de aproximadamente 300 personas, incluidos al menos 94 muertos registrados solo el 4 de agosto.
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El 5 de agosto fue testigo de una violencia sin precedentes en la historia del país desde su independencia en 1971. En ese día, al menos 20 personas murieron en Dhaka durante enfrentamientos, cuando manifestantes asaltaron el palacio presidencial. Actos de vandalismo y saqueos se extendieron por la ciudad, incluyendo la entrada a la residencia oficial de Hasina, de donde se llevaron muebles y otros objetos de valor.
Ante esta situación, General Waker-Uz-Zaman prometió una investigación sobre las muertes y llamó a la calma. Las autoridades impusieron un toque de queda restrictivo y ordenaron el cierre de oficinas y fábricas con la esperanza de restablecer el orden público.
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La noticia de la renuncia de Hasina suscitó celebraciones en algunas calles de Dhaka, donde multitud de personas ondeaban banderas y se subían a tanques en manifestaciones de júbilo. Sin embargo, estos momentos también dieron lugar a disturbios y saqueos adicionales, incluidos ataques a estatuas y oficinas del partido Awami League, liderado por Hasina.
Respecto al destino de Hasina, los informes sugieren que llegó a la Base Aérea Hindon en India. Aunque existen especulaciones sobre su posible viaje a Londres, estas no han sido confirmadas.
Las repercusiones internacionales fueron inmediatas. La Unión Europea instó a una transición pacífica y ordenada hacia un gobierno democráticamente elegido, mientras que el Reino Unido hizo un llamado para acciones rápidas que aseguren la prevalencia de la democracia en Bangladesh.
El futuro político de Bangladesh se muestra incierto debido a la preocupación sobre la estabilidad y la posibilidad de un posible retorno a un gobierno militar, reflejando su historial de regímenes autoritarios. Este evento constituye un punto crítico en la historia política del país, con significativas implicaciones para su desarrollo democrático y social.
La situación sigue siendo tensa y vigilada de cerca tanto a nivel nacional como internacional, con muchos ojos puestos en los próximos movimientos del General Waker-Uz-Zaman y el futuro de la nación. La violencia y caos del 5 de agosto en Dhaka son considerados los más graves en Bangladesh desde su independencia en 1971.