En un conmovedor acto en Londres, una melodía compuesta por un prisionero en un campo de exterminio nazi resonó por primera vez en décadas. La obra, titulada “Futile Regrets”, evoca las profundas tristezas y realidades desgarradoras vividas en Auschwitz-Birkenau. Esta pieza forma parte de una colección de 210 partituras musicales descubiertas por el compositor y director británico Leo Geyer durante una visita en 2015 a Auschwitz, el mayor campo de exterminio operado por la Alemania nazi en Polonia ocupada.
Geyer, quien viajó a Polonia para comprender mejor el trabajo del historiador y experto en el Holocausto Martin Gilbert, se encontró con un tesoro de archivos musicales en Auschwitz. Estas partituras, arregladas y tocadas por músicos prisioneros en las orquestas del campo, se convirtieron en un testimonio de los horrores del Holocausto. La música, utilizada por los nazis como parte de su maquinaria de exterminio, también sirvió como una forma de expresión y documentación de las atrocidades para los prisioneros.
La tarea de Geyer fue monumental: reconstruir y dar vida a estas obras musicales que no se habían interpretado desde la guerra. Este proyecto le llevó siete años, seis visitas a Auschwitz, entrevistas con sobrevivientes y extensas horas de investigación. Se enfrentó a desafíos significativos, como partituras incompletas, dañadas y escritas para una mezcla inusual de instrumentos, reflejando la realidad de los prisioneros que usaban lo que tenían a mano para crear música.
Entre las piezas descubiertas, “Futile Regrets” se destacó por su profunda emotividad. La identidad y el destino de su compositor anónimo siguen siendo un misterio, pero su obra habla de vidas interrumpidas y futuros robados. Geyer, conmovido por la fuerza de estas composiciones, sintió el deber de completarlas y presentarlas al mundo, como un acto de memoria y homenaje a aquellos que sufrieron y perecieron en el Holocausto.