Una investigación reciente, comisionada por Oil Change International y realizada por Data Desk, una firma consultora tecnológica con sede en el Reino Unido, arroja luz sobre cómo algunas de las empresas de combustibles fósiles más rentables del mundo y contribuyentes fiscales de EE.UU. están alimentando la maquinaria de guerra de Israel en Gaza. Israel depende del petróleo crudo y de productos refinados del extranjero para operar su amplia flota de aviones de combate, tanques y otros vehículos militares. Este suministro de combustible, crucial desde el inicio del actual conflicto en Gaza, parece haber dependido en gran medida de combustibles fósiles provenientes de Azerbaiyán, Kazajistán, Rusia, Brasil, Gabón y EE.UU., implicando a grandes empresas petroleras como BP, Chevron, ExxonMobil, Shell y TotalEnergies.
Según la investigación, Israel ha recibido tres cargamentos de combustible de avión JP8 en forma de ayuda militar de EE.UU. desde octubre de 2023. La entrega de estos suministros ha continuado incluso después de la sentencia provisional de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que advirtió a Israel de los posibles actos de genocidio contra los palestinos en Gaza ocupada. Expertos en derechos humanos han indicado que los países y corporaciones que suministran petróleo a las fuerzas armadas israelíes podrían ser cómplices de crímenes de guerra y genocidio.
Durante los últimos cinco meses, Israel ha lanzado decenas de miles de bombas sobre la Franja de Gaza y ha llevado a cabo asaltos terrestres a lo largo del territorio ocupado. Este asalto actual fue en respuesta a un ataque de Hamas contra Israel el 7 de octubre, que dejó casi 1.200 personas muertas. Más de 100 rehenes israelíes siguen cautivos por Hamas. Al menos 31.000 palestinos han sido asesinados en Gaza, con decenas de miles más heridos o desaparecidos bajo los escombros, presumiblemente muertos.