El río Sarandí, ubicado a 9.6 kilómetros al sur de la capital argentina, Buenos Aires, sufrió el jueves pasado un inusual cambio de color que alarmó a los habitantes de Avellaneda. El agua del río se volvió de un intenso tono rojo, lo que llevó a los residentes a temer contaminación química proveniente de una fábrica cercana. Los vecinos han manifestado su preocupación durante años por la recurrente contaminación en la zona, y este incidente ha sido un punto de inflexión.
El periódico local La Verdad reportó que los habitantes detectaron un “olor nauseabundo” emanando del agua y relacionaron la causa a una posible fuga de una curtiduría cercana. María Ducomls, de 52 años, describió el río como “un arroyo ensangrentado” y relató que el fuerte hedor despertó a su familia en la mañana del 6 de febrero.

Ducomls y otros residentes han reportado que el río ha mostrado colores inusuales en el pasado, entre ellos azul, verde, rosa y morado. Además, en ocasiones se ha observado una capa grasosa en la superficie del agua similar al aceite.
El departamento de medio ambiente regional declaró que habían iniciado una investigación sobre la aparente fuga de tinte. "En la mañana del 6 de febrero, recibimos un informe de que las aguas del canal Sarandí se habían teñido de rojo", indicaron en un comunicado oficial. Para evaluar la situación, enviaron un laboratorio móvil que recogió dos litros de agua para realizar análisis químicos básicos y cromatografía líquida, con el objetivo de identificar la sustancia orgánica responsable de la decoloración. Se sospecha que el agua podría contener algún tipo de colorante orgánico.
Un periodista de la agencia AFP observó que el color del agua empezó a desvanecerse hacia la tarde del mismo día, lo que sugiere una posible dilución del contaminante a lo largo del tiempo. El río Sarandí ha mostrado una gama de colores en el pasado, incluyendo azul, verde, rosa y morado, lo cual ha sido atribuido a diversas fuentes de contaminación industrial.
El caso ha generado un fuerte debate entre los organismos reguladores y los residentes sobre las acciones necesarias para prevenir futuros incidentes de contaminación en el río. La comunidad exige respuestas claras y soluciones permanentes para evitar que situaciones similares vuelvan a presentarse.