El gobierno ruso ha intensificado sus acciones contra figuras políticas europeas al emitir una orden de detención contra la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, junto con otros destacados políticos europeos, acusándolos de desmantelar monumentos soviéticos en sus territorios. Esta medida, que también incluye al secretario de Estado de Estonia, Taimar Peterkop, y a una serie de legisladores y funcionarios de los países bálticos y Polonia, marca un nuevo capítulo en la creciente tensión entre Rusia y Occidente, especialmente en el contexto de la invasión rusa de Ucrania.
La decisión de Rusia de perseguir a Kallas y otros por la supuesta rehabilitación del nazismo, a través de la eliminación de monumentos soviéticos, ha sido criticada y vista como un acto simbólico y propagandístico dirigido principalmente a la audiencia interna rusa. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, enfatizó que estas acciones son solo el comienzo de una respuesta a lo que consideran crímenes contra la memoria de quienes liberaron al mundo del nazismo.

Kallas ha respondido a estas acusaciones reafirmando su compromiso con la verdad y la justicia, destacando el apoyo continuo de Estonia a Ucrania frente a la agresión rusa. La primera ministra estonia ha sido una voz crítica contra las políticas del Kremlin, promoviendo sanciones y apoyo militar a Ucrania, lo que ha llevado a Rusia a considerar sus acciones como hostiles.
La inclusión de Kallas y otros políticos europeos en la lista de buscados por Rusia subraya la profundización de las fisuras entre Rusia y los países que anteriormente formaban parte de la Unión Soviética, que buscan afirmar su soberanía y alinearse más estrechamente con Occidente. Este acto también refleja la estrategia de Rusia de utilizar la memoria histórica y el patriotismo como herramientas en su confrontación geopolítica con Occidente.