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El nuevo "curso", que se implementará en las escuelas situadas en territorios temporalmente ocupados de Ucrania, pretende enseñar a los niños las tecnologías, características de diseño y montaje de vehículos aéreos no tripulados (UAVs) para fines militares. Según Ivan Fedorov, este programa no solo constituye una "flagrante violación del derecho internacional", sino que también prepara a los estudiantes para operaciones de combate, extendiendo el alcance de la guerra a las aulas.
Los informes indican que Rusia planea equipar cada escuela con drones y personal militar capacitado para enseñar a los niños cómo volar estos aparatos. Este movimiento es visto como un intento por parte del Kremlin de fomentar una perspectiva pro-Rusia entre las jóvenes generaciones y de reclutar futuros operadores de drones para su ejército.
Esta iniciativa ha sido objeto de fuertes críticas por parte de organismos internacionales, que señalan las implicaciones éticas y legales de involucrar a menores en actividades militares. La ley humanitaria internacional prohíbe reclutar y utilizar a niños menores de 15 años en conflictos armados, catalogando tales acciones como crímenes de guerra.
A pesar de las controversias, el programa parece avanzar con planes detallados para su implementación a gran escala. Se han programado sesiones de capacitación para profesores en más de 500 centros educativos en Rusia, con el fin de estar listos para el inicio del curso escolar 2024-2025.
El impacto de esta nueva política educativa va más allá del simple entrenamiento técnico; se inserta en un contexto más amplio de militarización de la juventud en Rusia y los territorios ocupados. Según declaraciones oficiales, el gobierno ruso ha comprado más de 17,000 drones no tripulados este año, lo que refleja una inversión significativa en la capacidad de combate remoto. Además, se espera que los drones y otros materiales relacionados sean distribuidos a las escuelas para facilitar la formación práctica.
La infraestructura para llevar a cabo estos entrenamientos ya está en desarrollo. Se han establecido 380 centros de formación práctica en toda Rusia y, para 2030, el objetivo es que haya 4,872 aulas especializadas en el pilotaje de drones. Esta expansión sugiere un esfuerzo a largo plazo para integrar las capacidades de UAV en la estrategia militar rusa, preparando a las futuras generaciones para operaciones que requieren alta tecnología y precisión.
En medio de esta expansión educativa y militar, también se ha informado de controversias significativas. Algunas de estas involucran a veteranos y figuras militares, como Alexánder Glazov, un ex miembro del grupo Wagner que, tras ser condenado y luego indultado, ha participado en charlas escolares. Estos eventos han provocado debates sobre la adecuación de introducir figuras polarizantes en el entorno educativo, especialmente aquellos con historiales conflictivos.
Además, el programa no solo se limita a enseñar el manejo de drones, sino que también incluye aspectos de formación básica militar y patriotismo, integrados en el curriculum escolar ruso bajo la asignatura "Fundamentos de seguridad y defensa de la patria". Este curso, que comenzará también el próximo curso escolar, sumará 36 horas anuales de contenido que incluye el manejo de armas de fuego y primeros auxilios, subrayando la profunda militarización de la educación.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por la legalidad y la ética de este programa. Las leyes internacionales de derechos humanos y los tratados que rigen los conflictos armados, incluidos los protocolos de la ONU, prohíben estrictamente el reclutamiento de menores en actividades militares. La implementación de formación en drones en escuelas, especialmente en territorios ocupados, ha sido catalogada por varios organismos internacionales como una potencial violación de estos acuerdos.
Organizaciones de derechos humanos han alertado sobre los efectos psicológicos y sociales de esta militarización en los niños. La exposición a la formación militar y la normalización de la guerra como parte de su educación diaria pueden tener consecuencias duraderas en su desarrollo y percepción del conflicto. Estos temas son de particular importancia cuando se considera que al menos 6,000 niños ucranianos han sido sometidos a lo que se ha denominado "campos de reeducación" rusos, donde se impulsa una visión pro-Rusia.
Además, se ha informado de que el currículo actualizado incluirá sesiones que glorifican las operaciones militares rusas y desacreditan las perspectivas ucranianas, describiendo los eventos de 2013 y 2014 en Ucrania como un "golpe militar" instigado por fuerzas extranjeras. Este tipo de educación sesgada es visto por críticos como un intento de reescribir la historia y fomentar una generación de jóvenes que no solo son capacitados en habilidades militares, sino también en ideología.
La reacción dentro de Ucrania ha sido igualmente de rechazo y consternación. Funcionarios ucranianos han denunciado estos movimientos como intentos de Rusia de consolidar su control sobre los territorios ocupados y manipular la mentalidad de la próxima generación. Esta situación subraya las tensiones continuas y la complejidad del conflicto en la región, donde la educación y los jóvenes se han convertido en otro campo de batalla.
El nuevo "curso", que se implementará en las escuelas situadas en territorios temporalmente ocupados de Ucrania, pretende enseñar a los niños las tecnologías, características de diseño y montaje de vehículos aéreos no tripulados (UAVs) para fines militares. Según Ivan Fedorov, este programa no solo constituye una "flagrante violación del derecho internacional", sino que también prepara a los estudiantes para operaciones de combate, extendiendo el alcance de la guerra a las aulas.
Los informes indican que Rusia planea equipar cada escuela con drones y personal militar capacitado para enseñar a los niños cómo volar estos aparatos. Este movimiento es visto como un intento por parte del Kremlin de fomentar una perspectiva pro-Rusia entre las jóvenes generaciones y de reclutar futuros operadores de drones para su ejército.
Esta iniciativa ha sido objeto de fuertes críticas por parte de organismos internacionales, que señalan las implicaciones éticas y legales de involucrar a menores en actividades militares. La ley humanitaria internacional prohíbe reclutar y utilizar a niños menores de 15 años en conflictos armados, catalogando tales acciones como crímenes de guerra.
A pesar de las controversias, el programa parece avanzar con planes detallados para su implementación a gran escala. Se han programado sesiones de capacitación para profesores en más de 500 centros educativos en Rusia, con el fin de estar listos para el inicio del curso escolar 2024-2025.
El impacto de esta nueva política educativa va más allá del simple entrenamiento técnico; se inserta en un contexto más amplio de militarización de la juventud en Rusia y los territorios ocupados. Según declaraciones oficiales, el gobierno ruso ha comprado más de 17,000 drones no tripulados este año, lo que refleja una inversión significativa en la capacidad de combate remoto. Además, se espera que los drones y otros materiales relacionados sean distribuidos a las escuelas para facilitar la formación práctica.
La infraestructura para llevar a cabo estos entrenamientos ya está en desarrollo. Se han establecido 380 centros de formación práctica en toda Rusia y, para 2030, el objetivo es que haya 4,872 aulas especializadas en el pilotaje de drones. Esta expansión sugiere un esfuerzo a largo plazo para integrar las capacidades de UAV en la estrategia militar rusa, preparando a las futuras generaciones para operaciones que requieren alta tecnología y precisión.
En medio de esta expansión educativa y militar, también se ha informado de controversias significativas. Algunas de estas involucran a veteranos y figuras militares, como Alexánder Glazov, un ex miembro del grupo Wagner que, tras ser condenado y luego indultado, ha participado en charlas escolares. Estos eventos han provocado debates sobre la adecuación de introducir figuras polarizantes en el entorno educativo, especialmente aquellos con historiales conflictivos.
Además, el programa no solo se limita a enseñar el manejo de drones, sino que también incluye aspectos de formación básica militar y patriotismo, integrados en el curriculum escolar ruso bajo la asignatura "Fundamentos de seguridad y defensa de la patria". Este curso, que comenzará también el próximo curso escolar, sumará 36 horas anuales de contenido que incluye el manejo de armas de fuego y primeros auxilios, subrayando la profunda militarización de la educación.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por la legalidad y la ética de este programa. Las leyes internacionales de derechos humanos y los tratados que rigen los conflictos armados, incluidos los protocolos de la ONU, prohíben estrictamente el reclutamiento de menores en actividades militares. La implementación de formación en drones en escuelas, especialmente en territorios ocupados, ha sido catalogada por varios organismos internacionales como una potencial violación de estos acuerdos.
Organizaciones de derechos humanos han alertado sobre los efectos psicológicos y sociales de esta militarización en los niños. La exposición a la formación militar y la normalización de la guerra como parte de su educación diaria pueden tener consecuencias duraderas en su desarrollo y percepción del conflicto. Estos temas son de particular importancia cuando se considera que al menos 6,000 niños ucranianos han sido sometidos a lo que se ha denominado "campos de reeducación" rusos, donde se impulsa una visión pro-Rusia.
Además, se ha informado de que el currículo actualizado incluirá sesiones que glorifican las operaciones militares rusas y desacreditan las perspectivas ucranianas, describiendo los eventos de 2013 y 2014 en Ucrania como un "golpe militar" instigado por fuerzas extranjeras. Este tipo de educación sesgada es visto por críticos como un intento de reescribir la historia y fomentar una generación de jóvenes que no solo son capacitados en habilidades militares, sino también en ideología.
La reacción dentro de Ucrania ha sido igualmente de rechazo y consternación. Funcionarios ucranianos han denunciado estos movimientos como intentos de Rusia de consolidar su control sobre los territorios ocupados y manipular la mentalidad de la próxima generación. Esta situación subraya las tensiones continuas y la complejidad del conflicto en la región, donde la educación y los jóvenes se han convertido en otro campo de batalla.
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