Según la Agencia Nacional de Inteligencia de Corea del Sur, las tropas norcoreanas no han sido vistas en combate desde mediados de enero de 2025, corroborando su retirada de la región de Kursk en Rusia. Aproximadamente 11,000 soldados norcoreanos fueron enviados a finales de 2024 como parte de un pacto de defensa mutua entre los líderes Kim Jong-un y Vladimir Putin.
Las bajas reportadas entre las tropas norcoreanas incluyen aproximadamente 300 muertos y cerca de 2,700 heridos. Se especula que hasta 1,000 soldados podrían haber sido asesinados en los últimos tres meses. Los soldados, sin experiencia previa en combate, se encontraron vulnerables a las modernas técnicas de guerra, especialmente a los drones ucranianos. Se hallaron notas en los cuerpos de algunos soldados indicando que el régimen esperaba que se suicidaran en lugar de ser capturados.
La llegada de las tropas norcoreanas inicialmente generó preocupación sobre un posible incremento en la escalada del conflicto. Sin embargo, la alta tasa de bajas llevó a la decisión de retirarlas. Seth Jones, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, calculó que entre un 30% y un 50% de las fuerzas norcoreanas sufrieron bajas.
Pese a la retirada, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky afirmó que las tropas norcoreanas han reaparecido en el frente de Kursk, realizando nuevos asaltos. Según informes, cientos de militares rusos y norcoreanos han sido destruidos en recientes enfrentamientos.
Desde el comienzo de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, las fuerzas rusas han experimentado pérdidas significativas, con estimaciones de hasta 350,000 soldados muertos. Las bajas ucranianas se estiman en 45,100, aunque el número real podría ser mayor.
A cambio del envío de tropas, Corea del Norte espera obtener acceso a tecnología satelital rusa y recursos financieros para sus programas nucleares y de misiles balísticos. Las tropas norcoreanas fueron desplegadas para reforzar las fuerzas rusas ante grandes pérdidas. Sin embargo, la situación en el campo de batalla obligó a una reevaluación de su participación. Las notas halladas en los soldados norcoreanos señalaban que el régimen esperaba que se suicidaran en lugar de ser capturados, lo que refleja la severidad y el control de las políticas militares de Corea del Norte.