En la madrugada del 26 de julio de 2024, entre la 1:00 y las 5:30 de la mañana, la red ferroviaria de alta velocidad de Francia fue objeto de sabotajes coordinados que afectaron a aproximadamente 800,000 pasajeros. Los atacantes se dirigieron a cinco instalaciones clave de la SNCF (Société Nationale des Chemins de fer Français), causando daños significativos en cajas de señales y sistemas eléctricos mediante incendios intencionados que dañaron cables de fibra óptica y otros componentes críticos.
Las líneas más afectadas fueron las que conectan París con el oeste, norte y este del país. En particular, las rutas París-Oeste, París-Norte y París-Este sufrieron las mayores interrupciones; un ataque en la línea París-Sureste fue desactivado a tiempo. La SNCF informó que muchos servicios debían ser cancelados, y se estima que solo un tren de cada tres podría operar en la línea hacia el suroeste, con la recuperación de los servicios posiblemente extendiéndose hasta principios de la próxima semana.
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La fiscalía de París abrió una investigación por “deterioro de bienes con capacidad para dañar los intereses fundamentales de la nación” y otros cargos relacionados con la organización criminal. El primer ministro en funciones, Gabriel Attal, calificó los ataques como “masivos y graves”, mientras que la presidenta de la región de Île-de-France, Valérie Pécresse, los denunció como una tentativa de desestabilización. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, afirmó que las fuerzas de seguridad están trabajando incansablemente para realizar arrestos rápidamente.
Miles de pasajeros quedaron varados en estaciones como Gare Montparnasse, donde las largas esperas y cancelaciones generaron gran frustración. Además, un cuarto de los servicios de Eurostar entre Londres y París se vieron afectados. Como alternativas de viaje, se observó un aumento del 15% en las reservas de autobuses y un incremento de tres veces en las reservas de viajes compartidos a través de plataformas como Blablacar.
Aunque todavía nadie ha reivindicado la responsabilidad, se especula sobre la posible implicación de grupos de extrema izquierda o actores externos, como Rusia, debido al contexto político actual y el apoyo de Francia a Ucrania. En cuanto a la seguridad en el evento, a pesar de los ataques, se mantuvieron altos niveles de seguridad para la ceremonia inaugural con la presencia de más de 50,000 policías y soldados desplegados en París, y se esperaba la asistencia de más de 300,000 espectadores a lo largo del Sena.
Este evento de sabotaje ha generado una gran preocupación sobre la seguridad y logística de los Juegos Olímpicos, que se desarrollan bajo la atenta mirada de la comunidad internacional. Este es uno de los ataques más importantes a la infraestructura ferroviaria de Francia en los últimos años, y ocurre en un momento de alta visibilidad internacional debido a los Juegos Olímpicos.