Según proyecciones recientes, incluso si los gobiernos cumplen con sus objetivos de emisiones, el planeta podría enfrentar un aumento de temperatura de 2.7°C en el transcurso de este siglo. Este incremento contrasta drásticamente con el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C, lo cual enciende alarmas sobre la potencial frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos.
Los datos más recientes muestran que en septiembre de 2023, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera alcanzó 422 partes por millón (ppm), un aumento respecto a los 418 ppm registrados el año anterior. Paralelamente, las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero 84 veces más potente que el CO2 en un periodo de 20 años, continúan en ascenso a pesar de los acuerdos globales para su reducción.
El uso de combustibles fósiles sigue siendo predominante. De hecho, es 14 veces mayor que el de la energía eólica y solar combinadas, lo que complica los esfuerzos para mitigar el calentamiento global.
Eventos climáticos recientes reflejan la urgencia de la situación. El Hurricane Helene y el Super Typhoon Yagi son ejemplos de tormentas tropicales que se han intensificado muy rápidamente. En Canadá, incendios forestales han destruido localidades completas, mientras que Brasil ha enfrentado sequías severas que han secado ríos cruciales. Durante el Hajj en Mecca, al menos 1,300 peregrinos fallecieron debido a temperaturas superiores a los 50°C.
El impacto del calentamiento global también se ve en la desglaciación polar, donde la pérdida de hielo marino expone agua oscura que absorbe más luz solar, acelerando aún más el calentamiento. La deforestación, particularmente en la Amazonía, reduce la capacidad del planeta para absorber carbono, profundizando este ciclo de retroalimentación negativa. Además, el aumento del nivel del mar proyecta un futuro inseguro para millones de personas en comunidades costeras.
Ante esta alarmante perspectiva, las recomendaciones incluyen el cese inmediato y total del uso de combustibles fósiles, la implementación de un precio global alto del carbono principalmente en países de altos ingresos, y una reducción significativa de las emisiones de metano. Además, se sugiere promover soluciones naturales como la reforestación y la restauración del suelo para aumentar la captación de carbono.
Los compromisos internacionales actualmente vigentes son insuficientes para limitar el calentamiento a 1.5°C. Los líderes mundiales deben fortalecer sus políticas para evitar los riesgos asociados a un aumento de 2.7°C, que podría desencadenar puntos de inflexión catastróficos en el clima.