Investigadores de la Universidad de Calgary y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá documentaron, a través de un estudio publicado en Journal of Physical Chemistry Letters, que la emisión de fotones ultra débiles (UPE) está presente en todos los seres vivos, incluidos los humanos, y que esta luz casi imperceptible desaparece inmediatamente cuando cesan los procesos vitales.
En el experimento se midió la UPE en el rango espectral de 200 a 1000 nanómetros, registrando intensidades de entre 10 y 1,000 fotones por centímetro cuadrado por segundo. Para capturar esta luz, se utilizaron cámaras especializadas tipo CCD y EMCCD con una eficiencia cuántica de más del 90%, capaces de detectar fotones individuales.
El equipo llevó a cabo pruebas con cuatro ratones en una caja oscura, monitorizando su emisión de luz durante una hora mientras permanecían con vida, y repitiendo la observación durante la hora posterior a su eutanasia. La temperatura corporal de los animales se mantuvo constante para descartar interferencias térmicas en las mediciones. Los resultados reflejaron una disminución notable y abrupta de la UPE inmediatamente después de la muerte, con una diferencia evidente en la cantidad de fotones detectados antes y después del fallecimiento.
El mismo enfoque experimental se aplicó a hojas de Arabidopsis thaliana y Heptapleurum arboricola. Los investigadores observaron que las zonas lesionadas de las hojas emitían mayor cantidad de luz en comparación con las áreas sanas, fenómeno que persistió hasta 16 horas después de la lesión. Además, tanto las heridas como el incremento de la temperatura se correlacionaron con un aumento en la intensidad de la UPE.
El estudio destaca que la detección precisa de la UPE podría convertirse en una herramienta no invasiva para evaluar la salud de organismos vivos, identificar enfermedades o detectar condiciones de estrés en tejidos humanos y vegetales.
La investigación, reconocida por publicaciones como New Scientist y Popular Mechanics, pone de relieve la evidencia directa de que la emisión lumínica natural de los seres vivos cesa al morir, un hallazgo relevante para biofísica, investigación biomédica y ecología.