El 6 de marzo de 2025, a las 6:30 p.m. ET (23:30 GMT), SpaceX lanzó desde su base en Texas el octavo vuelo de prueba del Starship, un cohete de 403 pies (123 metros) compuesto por dos etapas principales: la primera llamada Super Heavy y la segunda conocida también como Starship. Con objetivos de despliegue orbital ambiciosos, el vuelo pretendía colocar en órbita cuatro satélites simulados del programa Starlink y realizar un aterrizaje controlado en el Océano Índico.
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— Alex Oha (@oha_alex) March 6, 2025
A los 8 minutos de vuelo, varios motores de la etapa superior del vehículo dejaron de funcionar, lo que provocó que el cohete comenzara a girar de manera incontrolada. Un minuto después, se perdió toda comunicación y se presume que la nave se desintegró en pleno vuelo. A pesar del fallo de la etapa superior, la primera etapa, el propulsor Super Heavy, logró aterrizar de manera exitosa en la plataforma de lanzamiento utilizando un sistema de brazos mecánicos, lo que representa la tercera vez que SpaceX realiza esta maniobra de recuperación con éxito.
El incidente se produjo tras el fracaso del séptimo vuelo de prueba el 16 de enero de 2025, donde también se perdió comunicación con la etapa superior aproximadamente 8 minutos después del lanzamiento. Este vuelo anterior culminó con la explosión del Starship sobre el Caribe debido a una fuga de propulsante que generó incendios sostenidos en una sección conocida como el "ático". Para este último vuelo, SpaceX había implementado mejoras, como mayor ventilación en el área del "ático", específicamente diseñadas para evitar incidentes de la misma naturaleza.
La altitud máxima alcanzada en el vuelo fue de unas 90 millas (150 kilómetros), pero el plan inicial contemplaba un tiempo total de vuelo de aproximadamente una hora, que culminaría con un aterrizaje controlado en el Océano Índico. El fallo no solo interrumpió el despliegue de los satélites simulados de Starlink, sino que también generó interrupciones en varios aeropuertos de Florida por precaución ante escombros potencialmente generados por el lanzamiento espacial.
En respuesta al incidente, la Administración Federal de Aviación (FAA) inició una investigación formal que está en curso. Hasta el momento, SpaceX ha descrito la situación como una "descomposición rápida no programada". Este tipo de desafíos técnicos en misiones de prueba es común en el desarrollo de nuevas tecnologías espaciales, aunque cada fallo incrementa la presión logística y técnica para la empresa liderada por Elon Musk.
El objetivo a largo plazo del programa Starship incluye no solo misiones orbitales, sino también vuelos comerciales, exploraciones interplanetarias y un papel crucial en los planes de la NASA para futuras misiones a la Luna y Marte. Antes de que tales ambiciones se concreten, la compañía deberá superar los problemas recurrentes que han plagado sus pruebas más recientes, destinados a garantizar la fiabilidad y seguridad del sistema de lanzamiento.
El Starship, en su configuración actual, es el cohete más grande construido por SpaceX y está diseñado para llevar hasta 100 toneladas a la órbita terrestre baja, prometiendo revolucionar el transporte espacial con misiones a la Luna y Marte.