La elección de Lai Ching-te como presidente de Taiwán representa un momento crucial en la historia política de la isla. Con más del 40% de los votos, Lai, del Partido Democrático Progresista (PDP), ha superado a sus rivales del Kuomintang (KMT) y del Partido Popular de Taiwán (PPT), asegurando un tercer mandato consecutivo para su partido. Este resultado es significativo, ya que es la primera vez que un partido logra mantener el poder durante tres mandatos consecutivos desde las primeras elecciones democráticas en 1996.
La victoria de Lai envía un mensaje claro tanto a China como al mundo: Taiwán, una isla autogobernada que China reclama como parte de su territorio, seguirá por la senda de la democracia y la independencia. Lai Ching-te, de 64 años y médico de formación, ha prometido defender la isla de las "intimidaciones" de Pekín y mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán. Su victoria también refleja la aprobación de la población taiwanesa hacia la postura firme del PDP frente a China, rechazando los planes de reenganche con Beijing propuestos por la oposición.
La elección de Lai Ching-te como presidente de Taiwán no solo es un triunfo para el PDP, sino también para la comunidad democrática internacional. Lai ha enfatizado que su victoria es una resistencia exitosa contra los intentos de influencia externa, en clara referencia a los esfuerzos de China por influir en las elecciones. Su enfoque en mantener la soberanía de Taiwán y fortalecer las relaciones con democracias afines, especialmente con Estados Unidos, indica una continuación de la política exterior del gobierno actual.