Zoraya ter Beek, una joven de 29 años de los Países Bajos, murió por suicidio asistido tras una larga lucha contra diversas enfermedades mentales. Diagnostica con autismo a los 21 años, Zoraya enfrentó desafíos adicionales con la depresión, la ansiedad y un trastorno de personalidad. A pesar de estar físicamente sana, el sufrimiento mental de Zoraya fue significativo y constante, lo que la llevó a buscar la eutanasia como una forma de poner fin a su dolor.
Zoraya vivía con su novio Stein, quien la apoyó durante todo su camino a pesar de la desaprobación de la familia de Zoraya, debido a la diferencia de edad entre ellos. Durante tres años, Zoraya esperó que se le diera la aprobación final para su eutanasia, un proceso que finalmente se completó. La eutanasia es legal en los Países Bajos bajo condiciones específicas y Zoraya había agotado todos los tratamientos médicos disponibles, incluyendo la terapia electroconvulsiva, antes de tomar la decisión de solicitar la eutanasia.
En diciembre de 2020, Zoraya presentó una solicitud al Centro de Especialización en Eutanasia de los Países Bajos. Ella era una firme defensora de los estrictos requisitos del sistema holandés para prevenir abusos y se oponía a la disponibilidad de "kits de suicidio" para aquellos a quienes se les niega la eutanasia sancionada por el estado. Zoraya creía fervientemente en la necesidad de intervención médica adecuada y aprobación estatal en casos de suicidio asistido.
El caso de Zoraya ha atraído la atención mundial y ha reavivado el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido, particularmente en casos de enfermedades mentales. Su muerte, que se produjo a la 1:25 p.m., ha sido vista por algunos como un acto de valentía, mientras que otros plantean preocupaciones sobre las implicaciones éticas de tales decisiones.