En un trágico incidente en el condado de Elgeyo Marakwet, Kenia, un oficial de policía, Cpl Mushote Boma, fue asesinado por una turba después de rescatar a un grupo de niñas que habían sido sometidas a mutilación genital femenina (MGF). El oficial fue atacado en la comisaría de policía de Embobut, donde había llevado a las niñas para su protección. Según informes, la turba, compuesta por jóvenes enojados, irrumpió en la comisaría, superó al oficial y lo apedreó hasta la muerte antes de quemar su cuerpo.
Este ataque no solo representa un acto de violencia extrema, sino también un desafío directo a los esfuerzos del gobierno y de los activistas para erradicar la MGF en Kenia. A pesar de ser ilegal, la MGF sigue practicándose en algunas regiones del país, a menudo durante las vacaciones escolares y utilizando métodos crudos.
El incidente ha provocado una condena generalizada por parte de activistas y líderes locales, quienes lo ven como un retroceso en la lucha contra la MGF. Tony Mwebia, de la fundación Men End FGM, ha cuestionado la mentalidad de aquellos que defienden esta práctica cultural retrógrada y los daños que causa.