El Tribunal Superior de Bogotá confirmó la sentencia de 19 años de prisión para Wilson Reinel Moreno, Justo Ernesto Villarraga Trujillo, Érika Lorena Flórez Durpan y Greissy Alexandra Perilla Vargas, en relación con su participación en el estallido social de 2019. Los condenados enfrentan cargos que incluyen terrorismo, concierto para delinquir agravado, perturbación en servicio de transporte público, violencia contra servidor público y daño en bien ajeno agravado. Además de la condena de prisión, se les impuso una multa de 1.378 salarios mínimos, equivalente a 1.791 millones de pesos.
La sentencia se basó en una investigación que se extendió por más de dos años. Para llegar a la decisión, el tribunal revisó audios y mensajes de WhatsApp que demostraban la organización y ejecución de actos vandálicos coordinados, incluyendo ataques al sistema de transporte masivo de Bogotá. El proceso judicial también identificó que estos actos no fueron aislados, sino que formaban parte de un esfuerzo concertado para desestabilizar el orden público, relacionado con miembros del Bloque Segundo Manuel Marulanda Vélez, vinculado al Estado Mayor Central.
Durante el desarrollo del juicio, se presentó evidencia de que los condenados colaboraron estrechamente con disidencias de las FARC. Esta alianza les permitió organizar comandos urbanos que llevaron a cabo múltiples ataques y disturbios entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 en Bogotá. En particular, se señaló que reclutaron a estudiantes universitarios para participar en estos actos, incrementando así la magnitud y el alcance de las protestas violentas. Las acciones de estos comandos resultaron en daños significativos a la infraestructura pública y en enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden.
Las autoridades destacaron la gravedad de los delitos cometidos y el impacto negativo de sus acciones en la sociedad. Según el informe judicial, el objetivo de estos actos era crear un clima de terror y desestabilización que afectara no solo a la ciudad de Bogotá, sino al país entero. Este fallo judicial refuerza el compromiso del Estado con la aplicación de la justicia y la protección del orden público.