En un nuevo capítulo de la disputa comercial entre Estados Unidos y China, el presidente Donald Trump ha amenazado con implementar un arancel adicional del 50% sobre las importaciones provenientes de China. Esta advertencia, anunciada a través de su cuenta en Truth Social, establece como límite el 8 de abril de 2025 para que China retire su reciente incremento del 34% en los aranceles a productos estadounidenses. En caso de que no se cumpla esta demanda, el aumento entraría en vigor al día siguiente, el 9 de abril.
Actualmente, las tarifas estadounidenses aplicadas a productos chinos ya suman un 54%, incluyendo un 20% destinado a combatir el tráfico de fentanilo y un 34% derivado de desacuerdos comerciales. Con el arancel adicional planeado, el total podría ascender a un impactante 104%, una cifra que podría redefinir las relaciones comerciales entre ambas potencias.
En respuesta a estas medidas, China ha optado por imponer un arancel equivalente del 34% a todas las importaciones de bienes provenientes de Estados Unidos. Este movimiento ha intensificado rápidamente el enfrentamiento comercial, generando preocupación entre economistas y líderes empresariales internacionales.
El impacto de estas tensiones no se ha hecho esperar en los mercados financieros. En los últimos días, el índice S&P 500 ha mostrado una caída acumulativa del 10%, lo que equivale a una pérdida de aproximadamente seis billones de dólares en capitalización de mercado. La incertidumbre ha provocado una elevada volatilidad, exacerbada por rumores de una posible suspensión de los aranceles, los cuales fueron rotundamente desmentidos por la Casa Blanca.
Ante esta situación, las conversaciones previstas entre representantes de Estados Unidos y China han sido canceladas unilateralmente por Trump, quien ha decidido centrarse en negociaciones con más de 50 países que han solicitado dialogar sobre sus propias barreras arancelarias. Mientras tanto, líderes empresariales como Jamie Dimon y Richard Branson han expresado su preocupación por las políticas arancelarias estadounidenses, advirtiendo sobre posibles incrementos en la inflación y un riesgo elevado de daño económico.
En el ámbito internacional, la Unión Europea ha ofrecido un acuerdo de "cero por cero" en relación con los aranceles industriales, aunque también ha planteado la posibilidad de implementar represalias si las negociaciones con Estados Unidos fracasan. Por su parte, Canadá ha iniciado un proceso de consultas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en respuesta a los aranceles establecidos por Trump en el sector de automóviles y partes.
En América Latina, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha optado hasta ahora por privilegiar el diálogo diplomático para resolver las tensiones comerciales. Sin embargo, no descarta la posibilidad de imponer tarifas recíprocas si las circunstancias lo requieren.
Este contexto refleja la compleja interconexión del comercio global y las potenciales repercusiones económicas de una escalada en la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo. Los mercados y gobiernos permanecen atentos a las próximas decisiones de ambas potencias.
Las guerras comerciales entre Estados Unidos y China han tenido diversas fases desde 2018. Durante este periodo, los aranceles aplicados por ambas naciones han abarcado productos que van desde acero y aluminio hasta juguetes y electrónica, afectando a millones de consumidores y empresas a nivel global.