La ciudad de Odesa, Ucrania, ha enfrentado en las últimas semanas una serie de intensos ataques que han dejado a la población en una situación crítica y han causado importantes daños materiales. El 18 de febrero de 2025, un ataque aéreo con múltiples drones destruyó un centro médico y un jardín de infantes, hiriendo a cuatro personas, incluida una niña de 10 años. Además, aproximadamente 80,000 residentes quedaron sin calefacción debido al impacto en una subestación eléctrica local.
Una semana más tarde, en el marco del tercer aniversario de la invasión a gran escala de Rusia, el Kremlin lanzó un récord de 267 drones en un solo ataque durante el fin de semana. Este operativo afectó a múltiples ciudades ucranianas, provocando la muerte de al menos dos civiles y dejando a 20 personas heridas.
Sin embargo, los incidentes no comenzaron allí. El 31 de enero de 2025, Odesa fue sacudida por el impacto de tres misiles balísticos en su centro histórico, un área reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Uno de esos misiles alcanzó el emblemático Hotel Bristol, causando enormes daños estructurales. Aunque no hubo víctimas, el edificio sufrió la destrucción de su fachada y el colapso del techo de su sala de conferencias. Esto se atribuyó a la coincidencia de que una delegación sueca que se hospedaba en el lugar estaba ausente en el momento del ataque.
Ese mismo día, las explosiones también afectaron al Museo Pushkin, donde el techo fue destrozado y una estatua del poeta ruso quedó derrumbada. La sala de conciertos de la Filarmónica de Odesa sufrió importantes destrozos en ventanas y puertas.
El asedio continuó el 1 de marzo de 2025, cuando un misil ruso impactó en el puerto de Odesa, dañando infraestructura esencial y un buque comercial perteneciente a una empresa europea. Este ataque dejó dos empleados heridos.
En sus primeras fases, la invasión a gran escala había afectado menos a Odesa en comparación con otras ciudades ucranianas. Sin embargo, los recientes bombardeos han incrementado considerablemente la presión sobre los residentes. Estas acciones, además de las consecuencias directas de los ataques, han profundizado el malestar hacia la política internacional, especialmente contra la administración estadounidense dirigida por Donald Trump. La postura de esta administración, considerada por algunos analistas como conciliadora con Moscú y distante hacia el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, ha sido objeto de críticas constantes.
Los ataques han causado daños irreparables no solo en bienes materiales sino también en la moral y estabilidad de los ciudadanos de esta histórica ciudad portuaria. La combinación de daños a infraestructuras modernas, como el puerto y la subestación eléctrica, junto con la destrucción de inmuebles históricos, ha intensificado las preocupaciones locales e internacionales sobre los efectos a largo plazo del conflicto en el patrimonio cultural y el día a día de los habitantes de Odesa.
El centro histórico de Odesa, reconocido en 2023 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ha sufrido más daños en los últimos meses que en toda la historia reciente de la ciudad. Lena Palash oyó un fuerte zumbido sobre su apartamento en el puerto ucraniano de Odesa. Eran las once de la noche. Primero un dron, luego otro, luego más. Poco después, uno de los Shaheed se estrelló contra la clínica infantil en la que trabaja. Una explosión destrozó la fachada del edificio. La cubierta metálica de un aparcamiento quedó hecha un desastre. Otro dron se estrelló contra una guardería cercana.
“Todo está al revés. Después de tres años de guerra, estoy asombrada. Trump no entiende quién es el agresor”, dijo Palash, mostrando el laboratorio destrozado de su clínica. Los aparatos de aire acondicionado colgaban del techo, junto a una máquina de análisis de sangre rota. “Pensé que Trump entendía la justicia. Alguien le ha dado información errónea”, dijo, y preguntó: “¿Los rusos destruyen todo y nosotros somos los agresores?”.