En una serie de acciones coordinadas, Ucrania ha atacado varias instalaciones clave en territorio ruso, marcando el que sería su mayor ofensiva desde el inicio del conflicto. El ataque, que se llevó a cabo el 14 de enero de 2025, incluyó el uso de drones y misiles contra las regiones rusas de Bryansk, Saratov, Tula y la República de Tatarstán.
Entre los objetivos alcanzados, se reportaron daños significativos en al menos dos fábricas y un depósito de petróleo en la ciudad de Engels, que alberga una base aérea de bombarderos nucleares rusos. Las instalaciones atacadas se encuentran a distancias que oscilan entre 200 y 1,100 kilómetros dentro del territorio ruso, destacando la amplitud del alcance de estos ataques ucranianos.
En la región de Tatarstán, las llamas y el humo derivados del impacto en un tanque de almacenamiento de gas fueron visibles durante horas, generando alarma entre los residentes locales. Además, se reportaron explosiones en depósitos de municiones y plantas químicas en Bryansk, con consecuencias que incluyeron daños en vehículos y edificios por los escombros dispersados en la zona.
Por su parte, Rusia ha declarado haber derribado más de 200 drones ucranianos junto con cinco misiles balísticos ATACMS, además de interceptar seis misiles ATACMS y seis misiles de crucero Storm Shadow en la región de Bryansk. Sin embargo, los ataques lograron paralizar temporalmente las operaciones en al menos nueve aeropuertos situados en el centro y oeste de Rusia.
La respuesta en el ámbito civil fue inmediata, con varias regiones, como Saratov y Engels, alterando sus funciones cotidianas. Las clases escolares en estas áreas se trasladaron a un formato en línea, según lo confirmado por Roman Busargin, gobernador de Saratov, quien describió el ataque como "masivo".
La inteligencia ucraniana calificó esta ofensiva como un "golpe doloroso" a la infraestructura militar rusa, lo que representa un asalto directo a su capacidad para continuar con la guerra. Ambas naciones están envueltas en una escalada de hostilidades, en un momento especialmente marcado por la proximidad de la toma de posesión del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. El conflicto, desde su inicio en 2022, ha dejado decenas de miles de muertos y millones de desplazados.
A su vez, las defensas aéreas de Ucrania informaron haber derribado la mayor parte de los drones lanzados por Rusia, mientras múltiples alertas de ataque aéreo fueron activadas en y alrededor de Kyiv. La situación en la región sigue siendo tensa y volátil, con ambos países mostrando una capacidad significativa para realizar ataques de gran escala.